Sobreviviente

Sobreviviente
Jesús Olmos
Máscaras

Máscaras escribe Jesús Olmos  

La mayoría de las mujeres que nos rodean, han tenido que ser más fuertes de lo que pensamos, en público y en privado.

Abuelas, madres, tías, primas, amigas o vecinas, si son profesionistas, artesanas, vendedoras, amas de casa o a lo que se dediquen.

Están en la casa de al lado, en nuestro equipo de trabajo, en la escuela a la que fuimos, nos cobran en el super y convivimos con ellas de forma cotidiana.

Por igual son doctoras o enfermeras, son choferes o taxistas, son diseñadoras, editoras, artistas, son cantantes o son jóvenes que no han acabado la universidad.

Las mujeres que nos rodean padecen de los efectos del abuso o de la coerción de un sistema que casi ha premiado el estado de cosas patriarcal.

Más del 70% de las féminas en el país han experimentado al menos un incidente de violencia y, la cifra, aunque alarmante no sorprende, porque todos sabemos de un caso, una historia, un relato o una persona que vivió o sigue viviendo ante el yugo.

Muy pocos casos llegan a hacerse públicos y como periodistas tenemos la obligación de respetar la privacidad de quienes sufren de estos largos y tediosos procesos donde las víctimas terminan sintiéndose como acusados y los acusados gozan de cabal impunidad.

Hace unos años, “Matilde” salió de su caso en medio de un episodio violento que le dejó el rostro desfigurado, la nariz rota y una estancia de varios días en un hospital de Puebla capital.

Su pareja, quien había sido golpeador durante varios años, llego a su punto más alto y la jaloneo y humilló en plena vía pública. La echó de su casa, tiró sus cosas a la calle y la amedrentó con policías, porque tuvo el atrevimiento de confrontarlo por sus excesos y violencia excesiva.

Armada de mucho valor, la mujer acudió a la Fiscalía General del Estado para presentar su denuncia en una jornada de 36 horas inolvidablemente horrorosas.

El año pasado, la espera judicial finalmente rindió frutos y se obtuvo la orden de aprehensión en contra de este criminal, pero en los últimos 18 meses el sujeto no ha sido detenido, a pesar de que se pasea por su casa durante mañanas y noches, mantiene un itinerario que avergonzaría al más flaco detective.

No se siente una sobreviviente, aunque lo es. No ha dado suficiente valor a su coraje, pero ha sido inmenso. En su nueva casa y desde su camioneta nueva, habla con llanto en los ojos de las amenazas que ha sufrido y del dolor que le han provocado años de abuso.

Un testimonio muy similar al que le relató a este comunicador desde el anonimato dice más o menos así: “Tengo pesadillas, tengo miedo, me cuesta confiar en la gente, no puedo dormir, sigo sufriendo, perdí peso, perdí el trabajo, perdí dinero, tengo ideas que no debería tener. Pensé que serían incidentes que no importarían en mi futuro, pero importan”.

 

@Olmosarcos_

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