La fatuidad en Morena

La fatuidad en Morena
Fernando Maldonado
Parabólica

Parabólica.MX escribe Fernando Maldonado

La falta de congruencia es lo que ofende. El desengaño enfada y lastima.

Durante muchos años, desde hace al menos 12 que Andrés Manuel López Obrador edificó una narrativa en la que privó la idea de ir de la austeridad republicana a la pobreza franciscana; más aún, fortaleció ese discurso con un ingrediente adicional: no venimos por lugares, sino por causas, decía.

Pero el ideal de la sobriedad de las líneas discursivas se enfrentan todos los días con esa cruda realidad: la fatuidad rampante en algunas de las cabezas visibles y liderazgos en Morena y sus aliados, algunos de ellos con perfiles públicos que encierran en sí mismo enormes interrogantes y el lugar que verdaderamente ocupan en el grupo en el poder, Manuel Velasco o Pedro Haces, por ejemplo.

Privilegios de monarca que la enorme mayoría carece. Del hijo mayor de López Obrador, Andrés (Andy) López Beltrán al menor de esa dinastía, Jesús Ernesto y su madre, esposa de aque, la académica que cobra pero no devenga en la Buap, Beatriz Gutiérrez Müller.

Ya en Tokio, España o Estados Unidos, la familia del hombre que buscaba pasar a la historia como el líder que desmontó el aparato de privilegios en el Estado mexicano del que abrevaron priistas y panistas, se desdibuja con las exhibiciones de los últimos días, llevadas a la máxima explosión por un ecosistema meriático particularmente hostil al tabasqueño.

La presencia de Mario Delgado en Portugal; Ricardo Monreal en España; o la ministra Lorena Ortiz en Egipto, entre algunos otros abre notorias fisuras en el discurso republicano que López Obrador acuñó para poder convencer a la mayoría de los habitantes de este país sobre la necesidad de un cambio de régimen.

Lo que resiste apoya, decía el veracruzano Jesús Reyes Heroles. Todos los días hace trabajo de contención desde la mañanera del pueblo, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, sobria, con menos atavismos que los que exhibía su antecesor, con esa voz pausada y sin saltos habla, corrige y condena.

La mujer que ostenta una aprobación de entre 75 y 80 por ciento de la población llama a la humildad y a evitar excesos, mientras otros se dan vida de reyes.

Frente a los exabruptos de compañeros de viaje que se dan a la dolce vita, que pecan de insensibles como Rocío Nahle en Veracruz frente a la muerte de una mujer de 62 años a manos de un grupo criminal o los excesos de una mujer que saltó a la fama por que la picaresca llama “dato protegido”.

En Puebla las cosas no son muy distintas. Morena refrendó su permanencia con un Alejandro Armenta como candidato legitimado tras años de trabajo, de caminar por donde otros políticos prefieron guardar distancia o simplemente decidieron otras audiencias y foros.

Fue ese conocimiento entre la base electoral lo que permitió que quienes hoy son presidentes municipales; legisladores locales o federales estén en donde despachan pero eso no los hace formar parte de un proyecto que nació para la causa, no paga el cargo.

Es un grupo pequeño, en el sentido más amplio, de mujeres y hombres dominados por la vanidad, la frivolidad y el dinero público. Todos los días se exhiben enfundados en ropa de marca, bolsos de precios inaccesibles y poses que distan mucho de la austeridad republicana.

Productos desechables que encontraron, solo explicable a la luz de la componenda o el pago de regalías, un sitio en un proyecto que descansa sobre los hombros de una Sheinbaum o Armenta que frente a la fatuidad de los suyos deben hacer contención porque el enojo social es legítimo.

 

@FerMaldonadoMX