A la mesa, 3 presidenciables y una masacre

A la mesa, 3 presidenciables y una masacre
Alvaro Ramírez
Piso 17

Piso 17 escribe Álvaro Ramírez Velasco

La escena, de ficción, sin embargo, bien pudo darse en los días aciagos de septiembre de 1968: Luis Echeverría Álvarez, entonces secretario de Gobernación; Emilio Martínez Manautou, secretario de la Presidencia y el general Alfonso Jesús Corona del Rosal, jefe del otrora departamento del Distrito Federal. El tema, la concentración estudiantil que tendría lugar en la plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, el 2 de octubre.

Todos ellos, en torno al presidente, cuyo nacimiento se atribuye en Puebla, aunque otros lo ubican en un estado distinto, Gustavo Díaz Ordaz.

El personaje más importante de esa escena, es un mudo testigo de la discusión más grave que se tendría respecto de qué hacer con el movimiento estudiantil de esa época. Un hombre recio y hasta siniestro: el comandante Fernando Barrientos, un nombre ficticio para referirse al mítico Fernando Gutiérrez Barrios.

Todo esto ocurre en la primera temporada de la serie Un extraño enemigo, del año 2022, y que está disposición en los servicios de streaming.

No se trata de cualquier producto de ficción, sino que en realidad, para los conocedores de la historia y de las referencias políticas de ese momento tan convulso de nuestra nación, es un documento que plantea una hipótesis muy audaz, con un giro de 180 grados a la versión más conocida, que responsabiliza solamente al Ejército de los hechos del 2 de octubre.

La serie, de dos temporadas, tiene además en la primera, en los créditos como productores ejecutivos a dos personajes que no pueden pasarse por alto: Emilio Azcárraga Jean, accionista mayoritario de Televisa, y a Leopoldo Gómez, presidente de noticias de Univisión, es decir, el cerebro editorial también de esa poderosa empresa.

Sí, ha ocurrido lo impensable a más de medio siglo distancia: Televisa, hablando de la masacre de 1968. En su estética, en su ritmo y en las actuaciones la serie es impecable.

Fernando Barrientos, a quien personifica el maravilloso actor Daniel Jiménez Cacho, es un ser hipnotizante, como lo es el propio actor en sus interpretaciones, y como lo fue aquel, entre tantas cosas, comandante de la oscura Dirección Federal de Seguridad, secretario de Gobernación y gobernador de Veracruz.

Los reporteros estudiosos de la vieja Guardia solían decir que Gutiérrez Barrios fue un hombre acuñado en las cloacas del poder y que sabía todos los secretos de absolutamente todos los políticos del sistema de su época.

Eso es uno de los grandes aciertos de la serie, que pinta un personaje así, con precisión; lo logra con apenas unas pinceladas y con detalles, como la conducta, la mirada, las manías.

Pero hay que volver a la hipótesis que plantea, porque no deja de ser un producto de Televisa.

No quiero adelantar mucho, porque seguramente usted que está leyendo este texto, pudiera interesarse en ver la serie.

Está muy claramente planteado, así creo, una narrativa que matiza la actuación del Ejército mexicano en los lamentables sucesos de la tarde de Tlatelolco.

También es muy notable, que se dibuja a un Gustavo Díaz Ordaz distraído, anodino y superficial, casi incapaz de tomar por sí mismo una decisión tan grave como la de disparar contra estudiantes desarmados.

En contraposición, como un gran éxito de la serie, está el retrato de Luis Echeverría: un hombre oscuro, extremadamente visceral, atropellado en sus decisiones y siniestro, tal como lo han planteado algunos historiadores y autores, que los responsabilizan a él, y no a Díaz Ordaz, de la masacre de Tlatelolco, así como de los hechos de 1971, cuando ya era presidente de la República: la matanza de del jueves de Corpus.

Un extraño enemigo para quien no conoce la historia contemporánea del país resultará una gran serie policiaca; y para quien la conoce, tendrá valor de un documento imprescindible para hacer varias reflexiones.

Sin duda, una postal interesante es la forma en que se presenta, aunque con otro nombre y desde la ficción, al legendario militar, político, policía y espía Fernando Gutiérrez Barrios.

Aquel veracruzano que, aunque no lo aborda la serie, tuvo mucho que ver en el éxito de la Revolución cubana, pues había arrestado a Fidel Castro y a Ernesto El Che Guevara Díaz, antes de que se embarcaran desde Tuxpan a La Habana.

Fidel Castro nunca olvido ese favor de Fernando, que lo hizo, por supuesto, cumpliendo instrucciones superiores. Hay referencias de que los dos mantuvieron una muy sólida relación de amistad. “El policía caballero”, cuentan que así se refería Fidel a Gutiérrez Barrios.

Cuando murió Gutiérrez Barrios, el 30 de octubre del año 2000, en el momento en que era senador de la República, por un grave episodio cardiaco, en la funeraria de la avenida de Gayoso, en la que se celebraron sus exequias, llamaba la atención una gran corona fúnebre de flores.

En el listón se leía “Fidel Castro Ruz”, como remitente.

 

@Alvaro_Rmz_V