Piso 17 escribe Álvaro Ramírez Velasco
Aunque en una primera votación encontró rechazo en la Cámara de Representantes, sigue peligrosamente viva la propuesta legislativa de gravar con un impuesto de 5 por ciento las remesas que envían al extranjero personas que no tengan la nacionalidad estadounidense y que, se calcula, afectará a más de 40 millones de trabajadores y trabajadoras quienes, desde Estados Unidos, mandan cotidianamente dinero a sus países de origen.
En el caso mexicano, que en 2024 alcanzó una cifra récord de 64 mil 745 millones de dólares (mdd), que enviaron paisanos y paisanas, el golpe impositivo sería de alrededor de 3 mil 237 millones 250 mil dólares, si se mantiene ese nivel de remesas, que de sí se incrementa cada año.
Es un botín casi bucanero que pretende cobrar la administración del republicano Donald John Trump, para paliar los problemas presupuestales que enfrenta.
La propuesta es promovida por los congresistas republicanos en la Cámara de Representantes de la Unión Americana y, aunque fue rechazada, con otras iniciativas, la semana pasada, volverá a votarse con altas posibilidades de ser avalada.
Para Puebla, que en el año 2024 recibió 3 mil 366 millones de dólares de remesas (casi 64 mil millones de pesos, a un tipo de cambio de 19 pesos por dólar), el golpe impositivo representaría 168.3 millones de dólares.
Esa cantidad, equivalente en pesos, a 19 pesos por dólar, importa 3.2 mil millones de pesos, que ya no recibirán las familias de las paisanas y los paisanos, pues ese dinero se quedará en las arcas estadounidenses.
Por muchas razones, principalmente por las reglas del Tratado de Libre Comercio, la sola pretensión del gravamen es ilegal, pero además es injusta y absurda, porque en realidad 80 por ciento de los recursos que con su trabajo generan los paisanos y las paisanas, se queda en Estados Unidos, en impuestos y gasto, y solamente 20 por ciento llega a México vía las remesas, como ha venido estableciendo la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, en distintas y recientes ocasiones.
No hay que olvidar, además, que los mexicanos contribuyen, también con sus trabajos y esfuerzo, a 8 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) de Estados Unidos, de acuerdo con un documento que ha venido actualizando la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE).
El impuesto sería un abuso, en caso de concretarse, pero hay todavía mucho que puede hacer la administración de Sheinbaum Pardo, como iniciar un litigio para demandar que se respeten las reglas que, desde 1994, se establecieron en el Tratado de Libre Comercio, además del cabildeo directo con los congresistas demócratas y algunos republicanos, que han mostrado sensibilidad con los migrantes.
Hay que poner énfasis en que ese gravamen de 5 por ciento a las remesas no solamente se aplicaría a los indocumentados, sino también a aquellos que cuentan con permisos para su estadía laboran en Estados Unidos.
Los únicos exentos serían aquellos que cuentan con la nacionalidad estadounidense, entre quienes también hay bastantes connacionales y paisanos y paisanas poblanas que envían cotidianamente dinero.
Trump tiene problemas económicos.
Y Donald quiere que paguen los migrantes.
Esos a quienes tanto golpea, al menos con su beligerante y bipolar retórica.
@Alvaro_Rmz_V