Un hombre sin recato

Un hombre sin recato
Alejandro Páez Varela
La columna de Alejandro Páez Varela

La columna de Alejandro Páez Varela

1. Perro que ladre

No, pos guau. Aplausos. Cuánta autoestima.

Un tipo profundamente antipático, antítesis de la solidaridad; que tendrá 75 años en 2030 pero que se comporta como un influencer malcriado y grotesco del tipo “Fofo” Márquez; un empresario que menosprecia a los (“jodidos”) que le financian el yate porque compran la chatarra que les vende, porque tienen cuenta en su banco desgarbado o porque le hacen el favor de ver la televisión basura que produce. El que en plena pandemia obligó a sus empleados a ir a trabajar, aunque usted no lo crea, quiere ser Presidente de México. Sí, sí, Ricardo Salinas Pliego. El que debe 74 mil millones de pesos al SAT, el que ha ofendido a millones con sus arrebatos en redes.

La eventual candidatura de Salinas Pliego me gusta mucho. Lo confieso. Y quiero decir por qué: porque nunca antes la izquierda tuvo una oportunidad más grande para acabar de una vez por todas con la basura de partidos que se colaron al siglo XXI. En ese propósito, sólo le faltaría dejar que el Partido Verde flotara por su cuenta, y a ver quién vota por él. Si lo hace, habrá logrado, en tiempo récord y de manera democrática, una recomposición total del sistema de partidos.

Me gusta la candidatura del dueño de TV Chatarra y Banco Chatarra. De una vez. Para darle la vuelta a la página y empezar en punto y aparte. Que se consuma el PRIAN, que acabe con los restos que dejaron los intelectuales y Xóchitl Gálvez en 2024. Me gusta el personaje porque simpatizo con las derrotas contundentes. Mi intuición me dice que será peor candidato que Gálvez. Impúlsenlo a competir. Denle todas las facilidades. Será la derrota de un Don Nadie.

Porque podrá tener dinero, televisoras, yates, aviones, puros y un perro que le ladre en inglés, pero en términos electorales Salinas Pliego –me dice la lógica– es simplemente un Don Nadie. Nunca le interesó ni la democracia ni la gente que hace posible la democracia y entonces, no tiene los votos. O tiene los votos contados de los que son como él, de sus empleados (que son muchos) en el mundo intelectual, político, social.

Cuánta autoestima. Piensa que le envidiamos su frac y sus ridículos corbatines de charro cuando la mayoría no distinguimos entre ésos sacos y los de Capulina.

Demasiada autoestima. Y yo la aplaudo.

2. Contra sí mismo

Hablar contra uno mismo tiene consecuencias. Lo sabía Eliseo Alberto, quien escribió sobre la Cuba posterior a la Revolución. Detalló una sociedad moldeada por la fuerza de la desconfianza. Desconfianza y delaciones.

Hablar contra una sociedad de la que formas parte, tarde o temprano se revierte. Es hablar contra uno mismo. Te carcome, si tienes cierta sensibilidad, y Eliseo la tenía.

Por favor, guárdense las abismales diferencias entre un personaje y otro; entre un hombre noble, Eliseo, y un despojo de ser humano: Ricardo Salinas Pliego, quien se llama a sí mismo “Don Ricardo” o “Tío Richi”, aunque yo preferiría que lo llamáramos, para efecto de esta columna, Don Nadie. Porque si realmente se lanza a conseguir el voto ciudadano, este Don Nadie entenderá las consecuencias de haberse dedicado, toda la vida, a sacar provecho de los otros de mala manera. Es un usurero; pues este usurero está por enterarse en qué se traduce ser lo que ha sido: alguien que ve por sí mismo y que hundiría México en un abismo si con eso evita pagar los 74 mil millones de pesos que debe hasta junio pasado, aunque ahora debe más.

Ricardo Salinas Pliego está por enterarse –si mantiene sus pretensiones electorales– el costo de ser un prepotente, un déspota, un explotador, un clasista, un macho sin Gobierno, un boca floja, un racista, un majadero y un junior tóxico. Está por conocer, si insiste, cómo es que esos ríos de ofensas en algún punto forman una represa, y esa represa se rompe.

Cree que lo quieren los empresarios y no, los empresarios no lo quieren. Sus pares lo desprecian.

Piensa que los partidos políticos se van a pelear por él pero no, no se van a pelear por él. Le darán la vuelta porque lo desprecian.

Cree que los intelectuales, periodistas y académicos que se le acercan lo ayudarán y votarán por él. Y sí, mientras tenga dinero, y ahorita vamos a eso.

Calcula que millones de ciudadanos se le unirán contra el único Gobierno, desde Lázaro Cárdenas, que les ha hecho caso. Estima que hay gente mero abajo que lo quiere porque algunos lambiscones lo retuitean o le ponen like o le respaldan las toneladas de majaderías que lanza por redes. Cree que porque acarrea empleados y gente con necesidad a sus cumpleaños en la Arena México van a entregarle lo único que realmente tienen: un Gobierno popular.

Salinas Pliego cree que los fracasados y güevones –como los llama– votarán por él para que se perdone a sí mismo el no haber pagado impuestos durante más de dos décadas. Y cualquiera puede preguntarse qué le hace pensar tal cosa, por qué votarían por él aquellos miserables a los que ha cobrado eternamente una lavadora; por qué optarían por él los que reciben golpeadores al día siguiente que se retrasan en un pago. Cualquiera puede preguntarse qué se imagina este usurero que es, y qué imagen piensa que se ha construido todos estos años.

Por eso me gusta mucho su candidatura. En una sola aventura, si esta locura avanza, él se llevará su merecido y arrastrará consigo lo que queda de los partidos que lo acompañen.

3. Más abogados

Pero tengo malas noticias. A los que celebran –como yo– la eventual candidatura de Ricardo Salinas Pliego debo decirles lo que no les va a gustar. Nos dudará poco el gusto. Don Nadie no será candidato porque lo que realmente busca es no pagar lo que debe. Y esta vez su deuda no cruzará otro sexenio; no llegará hasta 2030. Tendrá que enfrentarla antes. Eso moverá sus planes, digamos, dramáticamente.

Salinas Pliego tiene más abogados que buenas ideas, como me gusta decir, y sus abogados, esta vez, no podrán patear el bote de la deuda más tiempo. Una nueva Suprema Corte y algunos candados sobre la Ley de Amparo lo han acorralado. Sus propios abogados lo han acorralado. Don Nadie tendrá que enfrentarse a la ruda realidad de pagar o pagar.

¿Tiene con qué enfrentarse a las deudas acumuladas? No conozco realmente todo el pasivo que lo persigue, pero nadie tiene tanto dinero en efectivo. Son 74 mil millones de pesos y el próximo año serán 85 mil millones de pesos los que deba al fisco, más algo así como 11 mil millones de los tenedores de bonos en el extranjero. Eso suma 96 mil millones de pesos en deuda, si se trata sólo de esas deudas y no esconde más. Esto es cinco mil 333 millones 333 mil dólares a un tipo de cambio de 18 pesos por dólar. Forbes le calcula a “Don Ricardo” y familia una riqueza de cinco mil 500 millones de dólares. Le quedan 166 millones de dólares. Es decir, apenas vendiendo todas sus compañías liquida.

Si no pasa algo realmente novedoso, “Don Ricardo” ha conducido las empresas de su familia a la quiebra en apenas unos cuantos años. Sus abogados le construyeron una ilusión y él se la creyó. La fantasía de no pagar se ha terminado. Toca bailar y, lo peor, poner a bailar a sus más cercanos.

4. La última aventura

Lo que sigue para “El Tío Richi” es crear nuevas aventuras. No puede decir que un Gobierno de izquierda lo ha quebrado: arrastra sus deudas de tiempos de Vicente Fox, luego crecieron y brincaron a tiempos de Felipe Calderón, luego crecieron y brincaron a tiempos de Enrique Peña Nieto, y luego crecieron y brincaron a tiempos de Andrés Manuel López Obrador, quien le ofreció un trato que rechazó. Le toca mentir. Hacerse la víctima para no decir que tuvo más abogados que buenas ideas.

Salinas Pliego ha caminado de aventura en aventura todos estos años; se ha divertido, supongo. Ha jugado al chico malo, al disruptivo, al ingobernable, al rebelde. Al que escupe a las mujeres (sobre todo a las mujeres), se burla de los homosexuales, humilla a los pobres, maltrata a sus empleados, utiliza a los intelectuales y a los periodistas como trapos y da consejos empresariales más chafas que los de una mesa de libros de Sanborns: De “Los 10 pasos al éxito” a “No estudies pero emprende” o “Este libro te hará rico”. Ahora, sin embargo, toca pagar. El bote no se puede patear más lejos. Tiene que pagar las deudas que sus abogados fueron mandando lejos, y lejos, más lejos.

Y cuando todo esté perdido (es decir, muy pronto), “Don Ricardo” buscará llamar la atención de Washington, de la OEA, de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, de la ONU, de la DEA, de lo que sea. Pedirá que nos invadan los gringos, acusará de narcos a todos antes de lanzar el dedo de en medio en una escena donde se va hundiendo en un pantano. Una escena chafa. Una escena muy chafa: como las escenas chafas de sus chafas telenovelas.

Y aquí ya no me atrevo a darle aplausos. Es un tipo profundamente antipático, antítesis de la solidaridad; tendrá 75 años en 2030, pero se comporta como un influencer malcriado y grotesco del tipo “Fofo” Márquez; es un empresario que menosprecia a los “jodidos”, que todo lo que toca tiene aspecto de chatarra; más chatarra de lo que reconocen sus ojos.

Pero será todo lo anterior, y aún así tiene redención. Ricardo Salinas Pliego sí tiene remedio. Es pagar lo que debe y recomenzar. Su deuda es escandalosa y se ha socializado tanto que no se le permitirá evadirla como en el pasado. Se le acabó. Debe pagar. O paga, o las consecuencias lo alcanzarán a él y a los que lo rodean. Llegó el momento de la verdad. Para él, el mañana es ahora.

 

@paezvarela