El Blog de Puebla Deportes escribe Claudia López Torre
El futbol moderno vive una tensión constante entre tradición y negocio. La historia del futbol español está a punto de dar un giro espectacular. Por primera vez, un partido oficial de “LaLiga” posiblemente se jugará fuera de España y nada menos que en el emblemático Hard Rock Stadium de Miami para recibir un duelo entre Villarreal y FC Barcelona, correspondiente a la jornada 17, programado para el 20 de diciembre, aún se espera la luz verde definitiva de UEFA y FIFA tras la aprobación de la Real Federación Española de Futbol.
Este movimiento, liderado por Javier Tebas, presidente de “LaLiga", es más que una simple mudanza temporal, es un manifiesto de ambición, una jugada estratégica para internacionalizar la competición y conquistar nuevos mercados. Esto no es algo nuevo: En 2018, Tebas ya intentó llevar un partido fuera de España, pero la negativa de la Federación de entonces, presidida por Luis Rubiales, frenó el plan. En octubre de 2024, el proyecto volvió a la mesa, con la idea de que Barcelona y Atlético de Madrid jugaran en Miami. Sin embargo, las severas lluvias provocadas por la Dana en Valencia obligaron a posponer la propuesta para este 2025.
Si se llegara a jugar, la recompensa para los clubes sería millonaria y nada despreciable, se habla de una compensación entre cinco y seis millones de euros para Barcelona, con una cifra algo mayor para Villarreal, destinada a equilibrar las pérdidas que implica dejar la taquilla local.
Pero no todo es color de rosa y no muchos celebran esta iniciativa, como el Real Madrid, que se ha plantado firme en contra, preocupado por la ruptura de la tradición y los posibles desequilibrios deportivos que conlleva un partido oficial fuera de suelo español. A esta voz crítica se suman los puristas del futbol, que ven en esta internacionalización una amenaza a la esencia misma del juego y un posible desgaste físico para los jugadores por los viajes largos y constantes, ya que si ven éxito en este partido no se pondría en duda que cada vez habrían más partidos fuera de España.
Ya que si nos vamos a nivel global, “LaLiga” no está sola en esta apuesta, varios deportes lo están haciendo, como la NFL que ya tiene varios años disputando juegos internacionales y cada vez más, como este 2025 que muestra un calendario con siete partidos de temporada regular fuera de Estados Unidos, incluyendo inéditos escenarios en Berlín, Dublín y hasta Madrid, pues esta práctica como lo menciona el vicepresidente ejecutivo de la NFL, Peter O’Reilly, “se trata de crear experiencias inolvidables y llevar el espectáculo a nuevos rincones del mundo” https://www.youtube.com/watch?v=-2lQ9vF1-NY.
Este modelo de negocio, potente y lucrativo, abre una puerta que puede transformar la manera en que entendemos el deporte. Pero también plantea dudas esenciales: ¿pierde el fútbol su esencia cuando se convierte en un espectáculo global? ¿Valdrá la pena sacrificar la conexión íntima con la afición local por la expansión internacional?
Además, a este paso podría tener un efecto dominó. Si el éxito económico es claro, otras ligas y federaciones de fútbol podrían seguir el camino, un claro ejemplo a nivel México, la FMF lo está buscando con sus clubes y con su selección que tiene más partidos en tierras estadounidenses que en mexicanas, así como otras entidades que poco a poco buscan maximizar ingresos fuera de sus países. Esto nos lleva a un punto crucial, ¿Qué tan bueno o que tan malo puede ser?
Si nos ponemos a analizar hay varios puntos a favor y en contra, desde un punto de vista de fan internacional será una experiencia única, en un sentido más pasional, un regalo para quienes sueñan con ver a su equipo en vivo, aunque por otra parte se entiende al hincha local que lo siente como una perdida de su derecho a vivir el partido en casa, esa tradición que forma parte de la identidad del club. Por otra parte en el tema económico los clubes podrían verse beneficiados llegando a nuevos mercados, fortaleciendo su relación con los fanáticos internacionales que ya tenían y las ganancias monetarias que les dejaría; sin embargo un punto negativo es que con esto se alteraría la competencia quitándole al equipo local su estadio, cambiando las condiciones que podrían influir en la clasificación final, tomando en cuenta que un torneo cada punto cuenta y que en los partidos fuera de España la afición apoyaría como si jugara en casa al equipo más popular.
En conclusión, el partido de Villarreal vs Barcelona en Miami podría ser visto dentro de unos años como el inicio de una nueva era: un fútbol global, sin fronteras, donde el espectáculo se lleva al aficionado y no al revés, pero también podría ser recordado como el momento en que el negocio terminó de imponerse a la esencia del deporte.
La pregunta queda abierta: ¿queremos un fútbol que llegue a todos, aunque se aleje de sus raíces, o uno que proteja su esencia, aunque eso limite su alcance global? La respuesta, como siempre, dependerá de que pese más, si el corazón del aficionado, lo mejor para el fútbol o la cartera de los dirigentes.
@clau_0701