Piso 17 escribe Álvaro Ramírez Velasco
El ex futbolista, ex actor y ex gobernador de Morelos, Cuauhtémoc Blanco Bravo, es ya para el régimen y sus partidos aliados un pesado lastre que anuncia un costo político, social y jurídico, que acarreará un desprestigio que, en ningún caso, vale la pena pagar. Este tema le está dando a la oposición, luego de los fallidos intentos, un real y legítimo estandarte contra Morena.
La protección legislativa para que no fuera desaforado el ahora diputado federal ya está pasando facturas innecesarias. Eso, a pesar de que se pueden esgrimir argumentos que expliquen por qué la mayoría de los legisladores y legisladoras del Movimiento Regeneración Nacional (Morena) y sus partidos aliados en la Cámara de Diputados le brindaron apoyo.
Sin embargo, no puede eludirse la apreciación del juicio mediático de que el actual régimen se está comportando como el viejo sistema y que, por encima de la ley, brinda blindaje e impunidad a uno de los suyos.
Desaforarlo hubiera tenido, efectivamente, dos efectos inmediatos, uno positivo y otros riesgoso:
Primero, hubiera dejado el antecedente de que Morena no protegerá a nadie; sin embargo, en segundo plano, también hubiera dejado la percepción de que Blanco Bravo es culpable de la acusación en su contra por violación en grado de tentativa de su media hermana, a pesar de que eso todavía hubiera tenido que ser definido judicialmente por la Fiscalía General del estado de Morelos.
Hay el argumento de que en esa dependencia en la entidad que él gobernó, entre 2018 y 2024, existe corrupción y se hubiera dejado a su suerte en manos aviesas, que buscan revancha, a pesar de que ya hay otro fiscal distinto del que lo persiguió y con quien se enfrentó. Sin embargo, eso también puede ser material de un largo debate.
Efectivamente, en el juicio popular y político, su desafuero hubiera sido como reconocerlo culpable, a pesar de que quietarle la inmunidad procesal es apenas el principio del proceso judicial en su contra.
Precisamente por todo eso y otros asuntos que son colaterales y otros se desde ahora se saben que se vienen contra el ex futbolista, es que el régimen debe ya poner un límite al respaldo a Cuauhtémoc Blanco Bravo.
Todos los costos actuales y los que vendrán no ameritan la protección a alguien que, en esencia, además no representa -y está probado- los principios de la izquierda mexicano, de austeridad y muchos menos los postulados de “no mentir, no robar y no traicionar”.
Al ex mandatario morelense se le viene pronto también un proceso por malversación de 4 mil millones de pesos, además de que el caso por violación en grado de tentativa no ha terminado, sino que tendrá un nuevo episodio en una nueva fase.
A eso hay que sumarle el de por sí impresentable comportamiento, lejos de los principios morenistas, del otrora también actor e “ídolo” popular.
Blanco Bravo representa mucho de lo que no se tolera o se condena desde la visión de la izquierda, pero además en su paso como político y funcionario ha dejado una larga estela de negativos.
A eso hay que sumar otros efectos perjudiciales.
Luego de la negativa de su desafuero y la protección de la mayoría legislativa, las manifestaciones en su contra, como la marcha en la Ciudad de México del sábado, son una alerta de la expresión social a la que puede escalar el tema.
A pesar de que el caso lo ha azuzado la oposición, también ha trascendido a colectivos feministas y a otros grupos legítimos.
Morena no está detectando que el ex futbolista se puede convertir en el estandarte, ya lo está haciendo, que la oposición necesita.
A diferencia de las ocurrencias fallidas, sobre todo del PRIAN, contra el régimen, este caso tiene argumento suficiente y sólidos, para hacerle reproches serios y genuinos.
No es un invento, ni una exageración, como ha ocurrido en otros casos, con los que casi siempre los opositores tropiezan y terminan convertidos en bufones.
En el pasado, legisladores, comunicadores y políticos del PRIAN, y hasta de Movimiento Ciudadanos, han terminado convertidos en los payasos del circo, cuando se ha tratado de atacar al Movimiento Regeneración Nacional.
Pero esto es distinto.
El caso de Blanco Bravo les da a los opositores el valor de la legítima defensa de la justicia. De ese tamaño es el lastre.
Como a la basura en las travesías en altamar, al lastre hay que tirarlo por la borda.
@Alvaro_Rmz_V