Ecosistema digital escribe Carlos Miguel Ramos Linares
En la arena de las redes sociales, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) ha sorprendido con una estrategia atípica: publicaciones en X (antes Twitter) que imitan el estilo de la célebre publicidad de Bachoco. Estos mensajes combinan diseño simple, humor visual y juegos de palabras irónicos, una fórmula más asociada a anuncios de huevo y pollo que a un partido político tradicional.
Las publicaciones del @PRI_Nacional adoptan la estética minimalista y tono pícaro de los carteles de Bachoco, conocidos por su ingenio publicitario. Suelen presentar fondos claros, imágenes alusivas (huevos, gallinas u otros símbolos) y frases cortas de doble sentido. Por ejemplo, ante la subida de precios, el PRI compartió una imagen de un huevo agrietado con la leyenda “nos rompieron la canasta básica”, emulando el humor de Bachoco. La frecuencia de estos tuits es notable: aparecen de forma regular, varias veces al día, casi siempre reaccionando a coyunturas noticiosas o golpeando con sarcasmo a sus rivales políticos. La ironía y el juego de palabras son protagonistas, buscando arrancar una sonrisa cómplice al lector y, de paso, posicionar el mensaje político detrás del chiste.
La apuesta humorística del PRI no ha pasado desapercibida. Las interacciones se disparan cuando el partido publica estos diseños: me gusta, retuits y comentarios suelen acompañarlos. Muchos usuarios vierten críticas y escepticismo. Detractores acusan al PRI de querer “lavar su imagen con chistes” y señalan que un meme bien diseñado no borra el historial del partido. Otros se mofan abiertamente de la estrategia: “Ni los huevos de Bachoco son tan duros como la cara del PRI”, bromeó un usuario, mezclando la sátira con el reproche. En suma, la iniciativa genera conversación –que ya es ganancia en la dinámica vertiginosa de las redes– pero polariza opiniones.
Esta ofensiva digital llega en un contexto político particular. Tras derrotas electorales recientes y con la sombra de Morena dominando el panorama, el PRI se encuentra urgido de relevancia entre el electorado joven. La comunicación política tradicional no parece suficiente en tiempos donde un meme bien logrado tiene más alcance que un boletín de prensa. Así, recurrir a la ironía es parte de un intento por sacudirse el polvo.
La ironía mal calibrada puede trivializar temas serios: ¿corre el riesgo el PRI de minimizar problemas reales con sus bromas? Algunos críticos piensan que sí, acusando al partido de frivolizar la política en lugar de presentar propuestas concretas. También está la cuestión de la credibilidad. Un meme gracioso no garantiza votos, e incluso podría alejar a sectores más formales del electorado que esperan seriedad en los asuntos públicos. Y por supuesto, existe la posibilidad de backfire: que un chiste salga mal, ofenda sensibilidades o se vuelva contra el propio PRI mediante parodias. En redes sociales, el que juega con fuego –o con huevos– puede acabar con la cara embarrada.
Esta estrategia revela más un esfuerzo cosmético que una transformación real. Al abrazar el humor el PRI parece maquillar con creatividad gráfica lo que sigue siendo un discurso político sin autocrítica ni renovación de fondo. La apuesta por la viralidad corre el riesgo de convertirse en un simple ejercicio de branding superficial: mucho ingenio visual, pero poca sustancia en cuanto a propuestas y respuestas a los problemas que enfrenta el país. En última instancia, el ingenio publicitario no sustituye la necesidad de reconstruir credibilidad, y si el PRI no acompaña esta nueva imagen digital con acciones y mensajes coherentes, su campaña podría terminar siendo percibida como un chiste pasajero más que como un verdadero replanteamiento político.
@cm_ramoslinares