Parabólica - Periodismo en Red

Palabras clave: machismo, homofobia, violencia, religión, conversión.

Hace unos días se publicó en los medios nacionales una noticia de relevancia capital para numerosas personas en nuestro país: un duro golpe a las denominadas terapias de conversión. Según consta en la nota publicada por La Jornada el pasado 20 de mayo de este año, la “Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) invalidó del Código Penal de Guerrero que permitía que madres, padres o tutores no fueran castigados penalmente si llevaban a sus hijos a terapias de conversión, es decir, prácticas dirigidas a cambiar la orientación sexual o identidad de género de una persona.  (…) En sesión, el Pleno aprobó por unanimidad de nueve votos invalidar el último párrafo del artículo 177 Ter del Código, derivado de una reforma de junio del 2024, que señalaba ‘quedan exceptuados de este tipo penal los Padres de Familia y/o quienes ejerzan custodia o Patria potestad respecto a los menores y adolescentes’. La norma fue impugnada por la Presidencia de la República, entonces a cargo de Andrés Manuel López Obrador”.La ponente del caso, la ministra Margarita Ríos Farjat, “advirtió -siguiendo con la nota- que el Congreso de Guerrero no debió permitir esa excepción, ya que los progenitores deben proteger a sus hijos, no someterlos a prácticas ‘sin sustento científico’ que pueden causar daño físico y emocional duradero”. Por supuesto, quien siga esta columna sabrá que es de mi agrado que semejante acotación mañosa elaborada por los conservadores, machistas y homofóbicos diputados del Estado de Guerrero, quede invalidada y que puedan ser castigados las y los responsables de aquellas y aquellos jóvenes que son llevados a sufrir tales terapias, que fuera de ser en beneficio de los afectados, representan un alivio para esos individuos que niegan no sólo la orientación sexual de sus familiares sino también su derecho a ser y a existir de la forma en que mejor les parezca, además de someterlos a torturas físicas y psicológicas que son frecuentes en esos tratamientos nefastos. 

Tales terapias responden a una concepción heteronormada de la humanidad, es decir, que el género es binario y quien se manifieste fuera de esta dinámica, está en un “error” y debe ser “curado” o corregido. Como se ve en este artículo de Jaime Rochín en la Silla Rota, publicado en 2020, estos procedimientos, “además de ser fraudulentos, son una forma de tortura, ya que involucran en sus métodos palizas, violaciones, desnudez forzada, alimentación forzada, privación de alimentos, aislamiento, confinamiento, medicación forzada, agresiones verbales, humillaciones, electrocuciones y, en ocasiones, hasta exorcismos”. Se suele relacionar estas terapias con grupos religiosos, principalmente católicos o cristianos; sin embargo, es menester puntualizar que su origen va de la mano con el pensamiento patriarcal que es lo mismo heteronormado que homofóbico, como he denunciado en esta columna constantemente. Es decir, las terapias de conversión son bien “piadosas”, no hay duda; pero también son bien machas. ¿Qué hace que alguien someta a sus familiares a semejantes torturas? Muchos argumentarán que lo hacen porque aman a esa persona que se encuentra, según ellos, “enferma o desviada”; otros más argüirán que dichas“desviaciones” son moralmente inaceptables y que insultan el orden divino, establecido por ese dios que es, de acuerdo con lo que nos repiten hasta el cansancio, “puro amor”; los habrá muy científicos que sostendrán que la homosexualidad va contra la naturaleza, que biológicamente sólo existen dos géneros: masculino y femenino. Por supuesto, esos científicos de TikTok basan sus argumentos en aire, pues manipulan la ciencia convenientemente para que se ajuste a sus fines. O quizá parte de las tres premisas anteriores y le añade fuertes dosisdel odio más bajo, soez y ramplón y lo disfraza de lo que sea porque, para colmo, se siente muy civilizado y correcto, incapaz de reconocerlo. 

Es justo decir que esa homofobia que motiva estos turbios tratamientos no sólo está en la mente y accionar de los machirrines que pueblan el mundo; está también, desafortunadamente, en la mente y acción de numerosas mujeres que a la par de habersecreído que el patriarcado es la verdad absoluta y se comportan como el macho más macho, lo defienden a como dé lugar, argumentando orden y decoro caducos y perversos. Para ti que lees esta columna y que te mueve, aunque sea un poco, abandonar nuestros machismos es sumamente difícil, pero se puede; sin embargo, es necesario hacerlo de forma pareja, yendo desde nuestra misoginia, hasta nuestra homofobia y transfobia. No se puede estar a favor de las causas femeninas y, al mismo tiempo, de las terapias de conversión. Claro, esto es si es que en verdad pensamos que las personas son eso, personas, más allá de sus preferencias y orientaciones. Bien por la Suprema Corte, ha dado un paso muy importante.