La reforma 54+ de Sheinbaum: adiós a las rémoras

La reforma 54+ de Sheinbaum: adiós a las rémoras
Alvaro Ramírez
Claudia Sheinbaum

Piso 17 escribe Álvaro Ramírez Velasco

La iniciativa de Reforma Electoral de la presidenta está lista y la mayoría parlamentaria ha recibido la instrucción de apoyarla. Es una iniciativa constitucional de Claudia Sheinbaum Pardo (la 54 y más, porque es todo un paquete) que va por la aprobación segura; hasta ahora ha conseguido el aval del Congreso de la Unión para 53. Han sido aprobadas incluso con el respaldo, en algunos casos, de la oposición.

Además de eliminar los diputados y senadores plurinominales, acabar definitivamente con el fuero y reducir el costo de las elecciones, la propuesta de la presidenta busca acabar con los partidos rémoras, al prohibir las coaliciones y candidaturas comunes, punto que mantiene atoradas las negociaciones con las bancadas aliadas del Movimiento Regeneración Nacional (Morena), que llevan décadas sobreviviendo y gozando cargos y prebendas, por su suma al régimen.

Los partidos del Trabajo (PT) y Verde Ecologista de México (PVEM) en realidad hace mucho que son innecesarios en la competencia de las urnas para el partido gobernante.

Es más, se han tornado por momentos en molestos lastres, que pretenden cobrar onerosas cuotas de poder, pero cuya aportación es meramente testimonial en todos los casos.

Hace años que sus números y suma no superan el dígito o menos, en los procesos electorales federal y locales. No son necesarios y punto.

El asunto es contradictorio, pues se requieren sus votos en las cámaras del Congreso, para avalar la Reforma Electoral que tiene este punto y que, por cierto, se pretende que se aplique ya en la elección federal intermedia, que a la par tendrá definición de gubernaturas en 17 estados y un tanto más de procesos locales, entre ellos el de Puebla, en donde se renovarán los 217 ayuntamientos y las 41 curules del Congreso local.

El costo es alto, pues prácticamente se desecha a los aliados, cuyos integrantes se verán forzados a sumarse formalmente a Morena, para tener mejores opciones de éxito cuando aspiren a cargos de representación popular.

Sin embargo, el dardo envenenado es en realidad para la oposición. Veamos: las escasas posiciones que aún gana, incluidas gubernaturas, son porque van en alianza.

El Partido Acción Nacional (PAN), desde el proceso de 2021, sumó al Partido Revolucionario Institucional (PRI) a una alianza con el inservible y ya desaparecido Partido de la Revolución Democrática (PRD), y sacó dividendos.

Muchos de sus triunfos panistas no se hubieran concretado sin las décimas que le sumaron los priístas, aunque en otros pocos casos tuvo que entregar posiciones relevantes, a cambio de nada, como en el caso de la senaduría que en Puebla dieron al ahora ex priísta Néstor Camarillo Medina.

Esa propuesta de la Reforma Electoral de Sheinbaum anula las posibilidades, en el futuro inmediato y a mediano plazo, de la oposición de acceder a posiciones relevantes de poder y, con mucha probabilidad, asegura desde ahora que la presidencia en 2030 será nuevamente para Morena, por la proyección que hay de las preferencias ciudadanas.

Pero volvamos al caso del partido mayoritario: en los últimos procesos, PT y PVEM han querido vender muy caras sus alianzas a Morena. Cuestan demasiado y sus actitudes además han sido hasta descorteses.

El análisis de la propuesta de la presidenta no ha sido la excepcción.

Este es el punto que tiene atoradas las negociaciones. PT y el Verde se oponen tajantemente, por obvias razones: solos no pueden.

Para Morena sus partidos rémora ya no le son necesarios y, en cambio, sí son una molestia.

El ejemplo más claro es del PT: ese partido, con su líder nacional, Alberto Anaya, a la cabeza, sobrevivió los últimos años por el afecto personal que Andrés Manuel López Obrador le tuvo al “profe”, pero la verdad es que su aportación ha sido nula a los triunfos de Morena.

El afecto del ex presidente a su líder fue oxígeno puro y vida artificial para el PT, pero la presidenta, en cambio, recibió afrentas y desdén de ese instituto y del profe Anaya, quien apostó por otra opción en los tiempos de la interna de Morena a la Presidencia; craso error.

Del PVEM tampoco se puede hablar muy bien: muchos de sus dirigentes incluso están en disonancia con los postulados de izquierda.

La ruta de la Reforma Electoral está en marcha. En febrero entrará formalmente al Congreso de la Unión y se espera que San Lázaro sea la cámara de origen.

La cuenta regresiva comenzó para las rémoras.