La editorial escrita por Fernando Maldonado
El empresario Ricardo Salinas Pliego reveló este fin de semana que Grupo Salinas está dispuesto a pagar la deuda que desde hace años mantiene con el Servicio de Administración Tributaria que ronda los 74 mil millones de pesos. Lo dijo frente a una audiencia compuesta fundamentalmente por empleados y ejecutivos de sus empresas como Elektra, Banco Azteca, Total Play y Televisión Azteca.
La afirmación del magnate no es gratuita ni resultado de un súbito impulso por el cumplimiento de la ley y tampoco porque de pronto, como obra de la Divinidad, haya sentido la responsabilidad ética y social por dejar de regatear esos adeudos que se acumulan, sino producto de una circunstancia inevitable.
Conocido como “el usurero del Ajusco”, desde la perspectiva jurídica y política, se sabe en condiciones desventajosas pues las derrotas en los tribunales en México y en Estados Unidos se han sucedido una y otra vez; en el plano político también se encuentra aislado y sin un punto de apoyo para poder dotar de mayor vigor un discurso radical, conservador, machista y racista.
Lo menos que se le ha escuchado es llamar a la cúpula dirigente de Morena y sus aliados: “zurdos de mierda”, sin saber que desde la comodidad que le da poseer enorme riqueza económica viva una realidad alterna a la que millones de mexicanas y mexicanos viven.