El Blog de Puebla Deportes escribe Antonio Abascal
Por segundo año consecutivo, el aniversario del Puebla (81 años) pasará de noche ante una directiva que se ha vuelto muda, que dilapidó el crédito que tenía por las buenas campañas con Nicolás Larcamón y que de cierta manera se había continuado con el repechaje de Eduardo Arce y la liguilla con el relevo de Ricardo Carbajal; otro torneo en el que el aniversario ve a un Puebla fuera de la liguilla, con una suma menor a los diez puntos y condenado a pagar la multa de 47 millones de pesos por acabar en el penúltimo lugar de la tabla de cocientes, un equipo que en el femenil ha escrito en semestres consecutivos sus peores torneos de la historia, pero que de acuerdo a lo que trasciende, porque la directiva es muda, mantendrá a los directores técnicos, Pablo Guede para los varones y Carlos Adrián Morales para las damas, a pesar de que los números de ambos son insostenibles, lo que habla de la oda a la mediocridad que hoy es el Puebla de la Franja.
Dicho esto, no habría muchas razones para festejar, el octogésimo aniversario le pasó de noche a los directivos del Puebla que obsequiaron el peor torneo de la historia con apenas cinco puntos recolectados, parecía que no lo podían hacer peor, pero no reforzaron al equipo y así un buen técnico como José Manuel de la Torre entregó catorce puntos, pero le dieron las gracias para traer a Pablo Guede y a él sí conseguirle algunos refuerzos específicos que pidió, sin embargo, los resultados fueron peores con apenas nueve unidades. El Puebla se quedaría con un estratega que ganó dos partidos de diecisiete disputados, que en sus trabajos en México ha perdido cuarenta de los 84 juegos que ha dirigido, todo porque al parecer la indemnización en caso de despido es muy alta: La economía por encima de lo deportivo que resume la última etapa en la historia del equipo de la Franja, por lo que este miércoles se avecina otro triste aniversario.
Justamente hace un año en este espacio, un servidor escribió: “Siempre se puede festejar un aniversario en el futbol porque si bien la historia no da campeonatos y mucho menos cambia resultados tan malos como los del Clausura 2024, sí nos ayuda a recordar que nuestro Puebla es un equipo de tradición, de enormes valores desde su fundación, que lleva la representación de la ciudad y de sus artesanías, la historia no da campeonatos, pero ayuda a recobrar el orgullo perdido. Al hablar de legados también se inyectan dosis de orgullo y al final más allá de las catorce derrotas en diecisiete juegos, de los 43 goles en contra que representan un pésimo momento, al final eso es: Un pésimo instante en una historia de ochenta años, una historia milagrosa porque a pesar de un incendio que acabó con su primer estadio, a pesar de directivas muy malas, a pesar de la falta de instalaciones, a pesar de una afición cansada y “veterana”, el Puebla sigue estando ahí, mañana cumple ochenta años y todavía despierta sentimientos. Siempre hay algo que festejar: Estar vivo y la Franja que don Joaquín puso para honrar a la máquina de River sigue estando viva ochenta años después de su fundación”.
Reconozco que el de este año es más difícil que el anterior debido a los errores continuados, a la desidia de jugadores que salieron a pedir disculpas, pero en la cancha siguieron cometiendo errores y en algunos casos caminando en el rectángulo verde; es más difícil, porque a los directivos que están en el día a día parece no importarles el derrotero del equipo, ellos viven felices en su mundo, escondidos en la justificación de que no les gusta aparecer en los medios sin darse cuenta que como responsables tienen que dar la cara, al menos para ofrecer a los aficionados una explicación de este año y medio de malos resultados que se resumen en 37 derrotas en los últimos 51 juegos disputados, y eso sí nunca en la historia se había dado: Se vivieron hasta descensos, pero los directivos a cargo dieron la cara, los actuales viven escondidos contando los pesos que quedan, dejando a un estratega que reconoció que no pudo dar vuelta a la situación. Así los actuales directivos del Puebla hacen honor a una parte de la letra de la canción “Ciega, sordomuda” de Shakira, misma que se escuchó en 1998: “Ciega, sordomuda, torpe, traste y testaruda”.
Reconozco que hablar del aniversario del Puebla es más difícil que el año anterior, porque el pesimismo invade cada rincón del Estadio Cuauhtémoc incluyendo en el que Luis Enrique Fernández se hincó al terminar su desaforada carrera tras anotar el penal que le dio su primer campeonato al equipo camotero. Hace unos meses el historiador Héctor Padilla me invitó a escribir el prólogo de su libro “Ochenta años, ochenta historias Club Puebla” donde expresé las siguientes ideas: “Escribir o leer sobre la historia del Puebla de la Franja es un ejercicio apasionante porque estos ochenta años de vida, desde mayo de 1944, el equipo camotero ha vivido episodios llamativos, otros curiosos, otros de pasión desbordante. Siempre he sostenido que el Puebla es un milagro deportivo porque ha sido capaz de sobrevivir el incendio de su primer estadio, el pintoresco Parque “El Mirador” el 30 de noviembre de 1956, seguido por unos años en los que no jugó, para que un grupo de jóvenes empresarios rescataran la tradición en 1964 para escribir otras páginas cuando menos pintorescas cuando tenía que jugar en el Estadio Zaragoza que compartía con los Pericos de Puebla, por lo que la cancha de futbol tenía que sortear el diamante beisbolero”. Pero ahora cobra un mayor sentido el siguiente párrafo: “Se trata de páginas que nos acercan a los hombres que ayudaron a que la pasión por la franja no se evaporara, se trata de momentos que quedaron grabados no sólo en la memoria de sus protagonistas sino de una afición que así fue generando sus propios relatos, sus propios instantes inolvidables y que ahora retoma el autor para ofrecernos ochenta estampas que deben ayudar a las nuevas generaciones a defender el honor poblano”.
Ante el mutismo de la directiva, el reto para la afición del Puebla es gritar, gritar que no está de acuerdo en lo que está ocurriendo, gritar para pedir explicaciones a la dirección general, gritar para pedir transparencia en el manejo de las fuerzas básicas, para pedir respeto a las jugadoras que han confiado en el desarrollo de sus carreras al equipo de la Franja. La afición poblana también debe gritar con orgullo, porque no siempre ha sido el hazmerreír de la liga, gritar con orgullo hasta sus peculiaridades, gritar para no olvidar sus héroes, porque por cada momento nefasto como el actual, el Puebla también tiene páginas tan llamativas que lo hacen especial y constituyen esta especie de milagro deportivo en el sentido de que aun haciendo las cosas muy mal, esa franja que ha recorrido las canchas nacionales y hasta las internacionales incluyendo el Camp Nou de Barcelona, se niega a morir.
Por cada Gabriel Saucedo en la directiva aparece un Emilio Maurer que le dio gloria al equipo de la Franja; por cada Ricardo Salinas aparece un Joaquín Díaz Loredo que creó este equipo, que fue un verdadero líder, que incluso luchó para que regresara tras el año sabático pedido por Manuel Hidalgo, por cada entrenador funesto como Pablo Guede (porque se ha amarrado al banquillo a pesar de los malos resultados) aparece la figura de Manolo Lapuente que brilló como jugador y luego como entrenador ha sido el único que ha conseguido títulos de liga con la Franja en la 82-83 y en la 89-90, donde también ganó la Copa México para convertir al Puebla en uno de los campeonísimos del futbol mexicano junto con Chivas, León, Cruz Azul y Necaxa, además de un subcampeonato en la 91-92 y el título de la CONCACAF.
Por cada jugador que puede ser parte del salón de la infamia del Puebla de la Franja como los yugoslavos, como Parrao, el delantero que llegó en la 83-84 para sustituir a Ítalo Estupiñán, como Sapuca en la 87-88, como Roberto Trotta y Mauricio Serna no por condiciones, sino por actitud dentro y fuera de la cancha, como Maicon ya en la era de los López Chargoy, o como Gastón Silva y ahora Facundo Waller en épocas más recientes, hay nombres brillantes que dieron tardes de gloria a la afición. Por cada guardameta que se ha quedado corto desde el español Llagostera, hasta Rubén Ruiz Díaz o Lupe Martínez, además de otros que pese algunos buenos momentos fueron castigados por la afición como los canteranos Guillermo Maties o Iván Rodríguez, están los que con sus atajadas han cuidado con gran calidad el arco poblano.
Si ellos conforman un salón de la infamia, muy a bote pronto porque se escapan otros nombres, incluso de algunos que fueron importantes en otros clubes o en otras labores pero que en el Puebla jugaron poco como Oscar Washington Tabarez, el famoso maestro uruguayo, que tuvo algunos momentos en el Puebla de los setenta, existen otros que podrían crear un extenso salón de la fama poblana: Varios de los iniciadores, que ganaron las primeras copas desde los Iborra, Rodolfi, Vaschetto, Lupe Velázquez, Ricardo “Changa” Álvarez, Vicente González, Antonio Figueroa, Juan Ramón Pérez, Mariano Fernández; los que lograron el primer ascenso en 1970 encabezados por Gervasio Quiroz, Luis Enrique Fernández, Jorge Negrete, Alfonso Sabater, Ignacio Sánchez Carbajal, Agustín Pérez, Fernando Zamora, ya en Primera División Silvio Fogel, Moi Camacho, Hugo Fernández, Juan Manuel Borbolla, “Pimienta” Rico, Juan Manuel Asensi, Pirri, hasta llegar a los campeones Pedro Soto, Paúl Moreno, Nelson Sanhueza, Luis Enrique Fernández, Arturo Álvarez, Arturo Orozco, Raúl Arias, Antonio de la Torre, Muricy, entre tantos otros de ese equipo de “viejitos”, pero llenos de talento. Habría espacio para Gustavo Moscoso quien no fue campeón, pero fue muy importante en los años entre los campeonatos. Turno de los Ruiz Esparza, Carlos Poblete, Jorge Aravena, Marcelino Bernal (autor de dos goles que dieron dos copas), Pablo Larios, otra vez los Arturos, Guillermo Cosío, quienes se coronaron en la 89-90.
Incluso sin necesidad de ser campeones los Aurelio Rivera, Carlos Muñoz (primer campeón de goleo en la historia del equipo en el Invierno 96 con la franja naranja), para varios “Chelis Boys” que lograron el segundo ascenso en 2007. Habría espacio para guardametas como Gerardo Rabajda, Jorge Villalpando o Antony Silva; todos nombres importantes, más muchos otros que se quedan en el tintero, pero en un rápido ejercicio para demostrar que por cada nombre que ingresa al salón de la infamia hay muchos más que han dado renombre y honor a la ciudad de Puebla.
Ante el pesimismo y la mediocridad que rodea al actual Puebla de la Franja, la afición tiene derecho a estar muy enojada, pero también tiene una obligación: No olvidar a los que sí brillaron, a los que sí dieron orgullo, a los que sí lograron que la ciudad vibrara con el futbol. La historia no se puede olvidar, no es un libro que se deje empolvar, la historia del Puebla siempre debe sacudirse, debe gritarse, mucho más en estos días de tristeza y enojo justificado. Que el festejo por el octogésimo primer aniversario del Puebla sea un grito contra la mediocridad de esta directiva.
@abascal2