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Machomenos escribe Israel León O’Farrill
Palabras clave: machismo, automovilismo, violencia, agresividad, accidentes
Mucho se habla, en cotorreo, por supuesto, que el tamaño del auto es inversamente proporcional al tamaño del pene. Ignoro si esto es correcto, pero va en el sentido de criticar a los varones que, obsesionados con demostrar que tienen poder, dinero o quién sabe qué, deciden comprar autos grandes, poderosos y costosos. El asunto es que no cualquiera puede hacerse de ese tipo de vehículos y la mayoría nos hemos de contentar con un sedán normal, nada ostentoso, pero sí funcional. Algo similar sucede con el mundo de las motocicletas donde el cilindraje es la pauta. Sin embargo, con independencia del tamaño del vehículo o su costo, hay algo en que cualquier machirrín puede destacar: su conducción. Manejando podemos perfectamente detectar a un macho y lo explicaré de la siguiente manera un tanto arbitraria, pero no por ello, menos verdadera.
Pareciera que para que uno sea hombre de verdad, ha de cumplir con tres variantes a la hora de conducir: 1) La velocidad. Mientras más rápido, más viril es uno, según los que les gusta presumir que corren. Estos especímenes son los que refunfuñaron con ardor cuando en ciudades como Puebla o la CDMX se implementaron límites de velocidad y foto multas. ¡Ya no les permiten sacar provecho a sus juguetitos! La verdad, hay que reconocer que tales medidas, al menos en Puebla, han reducido considerablemente el número de siniestros, sobre todo, en el Periférico.
2) La agresividad. Al volante, hay que ser fuerte, viril y tenerlos bien puestos, por tanto, según esta lógica machirrina, hay que ser agresivo y violento; es necesario echarle el auto a quien se deje -echar lámina, como se suele decir- y ganarle el lugar; impedir el paso a quien quiera rebasarnos y si es una mujer, mucho mejor, hay que ponerla en su lugar; hacer caso omiso a las señales de otros vehículos, sean luces direccionales o intermitentes, si las accionan, debo apresurarme a cerrarle el camino, no sea que pueda pasar. Esto es particularmente normal en Puebla donde al parecer, el accionar una direccional quiere decir “por favor, no me dejes pasar, atraviésate en mi camino”. En todo esto que acabo de describir, los conductores de colectivos, micros, camiones y camionetas son especialistas: suelen ser agresivos, violentos y dueños del camino. Por cierto, como añadidura, hay que estar presto a bajarse del auto y fajarse -en términos boxísticos, no albureros- a la menor provocación, macho que se respete ha de pelearse por cualquier “afrenta” de tránsito.
3) El riesgo. Si no hay riesgo, no es divertido. Hay que manejar no sólo a alta velocidad, como lo hemos dicho, sino de forma riesgosa, con cierres intrépidos, frenadas milimétricas y tomar las curvas con aplomo y seguridad, como si fuéramos el Checo Pérez o doble de riesgo de Hollywood. Hay que salir a carretera sin checar el auto y si lo hacemos y tiene las llantas lisas, pues cuál es el problema, hay que tener huevos y salir de todas formas, no importa si ponemos en riesgo a los pasajeros. Lo mismo sucede si eres conductor de un colectivo… ¿Qué importan los pasajeros si hay que ganarle el pasaje al chofer de aquella ruta? Y como dueño de concesión, ¿qué importa si atropellan perros o personas, si lastiman ciclistas, mientras cumplan con los tiempos y las cuotas? Y claro, ponerse el cinturón de seguridad es de “mariquitas, si no me va a pasar nada”. El riesgo, es una constante macha, les guste o no reconocerlo.
Por tanto, si se maneja por la carretera o por una vía medianamente rápida, hay que hacerlo rápida, agresiva y riesgosamente, tal como ha de hacerlo un macho de verdad, tal como lo hace Vin Diesel, Dwayne Johnson o Paul Walker (fallecido, por cierto, en un accidente automovilístico), bien rápidos y furiosos. Lo peor del caso, es que recientemente he sido testigo en numerosas vías de la ciudad poblana, de un número creciente y alarmante de mujeres que deciden asumirse machas al volante y conducen de la misma manera. Sin duda, han sido infectadas de esa conducción patriarcal terrible.
Sin embargo, la cosa no queda ahí pues el mundo automotriz es una de esas actividades del ser humano que ha sido desde su inicio una actividad masculina y macha. De hecho, allá por el 2022, una investigación realizada en la Universidad de Valencia demostró que incluso el diseño de los vehículos está desarrollado en forma machista. En efecto, según reporta el diario español El Mundo, los “argumentos más contundentes para inspirar un cambio de rumbo en la industria se encuentran en la seguridad pasiva de los vehículos y el tipo de investigación que se ha llevado a cabo por parte de los fabricantes y las agencias de calificación de seguridad en los vehículos. Citando numerosos trabajos de investigadores, el estudio valenciano, coordinado por Begoña Mateo, lamenta el uso de maniquíes de antropometría y biomecánica masculina, que han sido los únicos utilizados para hallar daños físicos en las pruebas de choque frontal, lateral o del cinturón de seguridad. Las agencias como la europea EuroNCAP sí utilizan en la parte trasera dummies infantiles. Y el estudio se queja de que al fin se está utilizando un maniquí femenino para estas pruebas, pero que solo abarca un 5% del biotipo femenino. En realidad, «es un maniquí masculino a escala reducida»”. Leyendo esto no cabe duda de lo machista del diseño de los vehículos. Por si fuera poco, baste ver la enorme mayoría de la publicidad automovilística, en especial de autos compactos y deportivos, que no sólo se centra en lo intrépido que puede ser alguien al volante, sino que va dirigida exclusivamente a hombres.
Por otro lado, vale la pena verificar las estadísticas y nos encontraremos con que una enorme mayoría de los siniestros en vehículo son provocados por hombres, contrario a lo que la mentalidad macha afirma: que las mujeres son malas para conducir. Según una estadística del INEGI de 2021, recogida del portal de la aseguradora Quálitas, “del total de siniestros viales registrados en el país (340,415), apenas el 14% fueron provocados por mujeres al volante, en tanto que el 76% se atribuyó a la falta de pericia de los hombres, esto es 5.4 veces más; en el entendido de que cerca del 90% de los accidentes de tráfico se deben al factor humano, según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Del resto de casos a nivel nacional (10%), no se supo el sexo del responsable ya que se dio a la fuga antes de que las autoridades llegaran al punto del siniestro”. Entonces ¿nuestro machismo está al volante o nosotros? ¡Seguro que sí, no finjas, mi Vin Diesel de pacotilla!
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