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Machomenos escribe Israel León O’Farrill
Palabras clave: machismo, colonialidad, patriarcado, descolonialidad, conocimiento, poder.
Desde hace unos años desde América Latina y otras latitudes (como en África, Asia y Oriente Medio) se han venido discutiendo las ideas de colonialidad y descolonialidad del saber y del ser, es decir, reflexionan de dónde nos llega lo que pensamos y cómo nos concebimos como personas y como sociedades. Para ello, centran su reflexión en los países colonizados por Europa y hoy llamados del Tercer Mundo o “en desarrollo”. Pensadores argentinos, chilenos, mexicanos, boricuas y peruanos, entre muchos otros, han reflexionado sobre las matrices de pensamiento y acción traídas desde Europa a América con las conquistas y la colonización de estos territorios que, de forma a veces evidente, a veces no tan clara, determinan nuestra subordinación ante el pensamiento “occidental” centrado en Europa y que se ve representado por lo que Walter Mignolodenomina la “matriz colonial del poder”. En la introducción al libro “Género y descolonialidad”, Mignolo afirma que esa matriz se integra por el control de la economía, control de la autoridad, control del género y la sexualidad y, finalmente, el control del conocimiento y la subjetividad. En el tema que ocupa a esta columna, el de la masculinidad, relacionado con el género y la sexualidad, él afirma que este pensamiento “incluye la invención del concepto de “mujer” (…) la heterosexualidad como norma; el modelo de la familia Cristiana/victoriana como célulasocial”. Otro de los elementos que me interesa destacar para efectos de esta columna, es el del control del conocimiento y la subjetividad que,siguiendo a Mignolo, comprende no sólo lo que se enseña en la escuela sino lo que se dice en la familia y“los medios que apoyan concepciones del mundo y contribuyen a formar subjetividades”, esto es, a construir la idea que tenemos de nosotros mismos y de los demás. Ahí incluimos medios de comunicación y redes sociales. Los otros dos, la economía y la autoridad, también se integran, pero los abordaré en otro momento. El género y la sexualidad y el control del conocimiento y la construcción de subjetividades, ha sido enteramente producto del patriarcado traído desde Europa y que tiene, como hemos dicho, una raíz judeo cristiana, donde claramente el varón ocupa un papel central y la mujer queda subordinada a un rolreproductivo y de crianza (y, por lo bajo, de objeto sexual); por supuesto, la homosexualidad queda cancelada y las jerarquías sustentadas en el género quedan garantizadas.
Mignolo nos dice que el“patriarcado regula las relaciones sociales de género y también las preferencias sexuales y lo hace en relación a la autoridad y a la economía, pero también al conocimiento: qué se puede/debe conocer, quiénespueden y deben saber. Mujeres, Indios y Negros estaban excluidos del acceso a lo que se considera la cúpula del saber. Por eso los problemas y obstáculosafrontados por quienes como Sor Juana Inés de la Cruz se vieron atrapadas en esta encrucijada de poder”. Si seguimos estas premisas, nuestro machismo, franca manifestación patriarcal, nos viene inoculada por la incursión de occidente en América y no es algo inherente al ser humano, como suele pensarse. Para mí ha sido fundamental esta reflexión desde hace años, lo que ha motivado mi columna “Memoria”, que publico en el diario La Jornada de Oriente, donde exploro cómo es que se produce y reproduce a nivel histórico el conocimiento que tenemos de nosotros como país y nuestras relaciones racistas y clasistas (entre otras lacras) con nuestras comunidades originarias y entre nosotros también. Ello me ha llevado a preguntarme si es que, en tiempos mesoamericanos, previo a la llegada de los europeos, existían o no las relaciones patriarcales que reconocemos el día de hoy en nuestra vida cotidiana, es decir, por ejemplo, si la separación genérica hombre- mujer existía y cómo eran las relaciones entre las personas. Lo que he leído y lo que he estudiado me llevan a pensar que no concurrían como tal, sino que llegaron con los conquistadores y los colonos, es decir, son un producto colonial.
Estas reflexiones me han llevado a escribir esta columna, el “Machomenos”, para hacer evidente no sólo que la forma en que el patriarcado genera relaciones sociales entre hombres y mujeres, entre hombres y hombres y entre mujeres y mujeres, es profundamente violenta, sino que responde a intereses y evoluciones históricas totalmente diferentes a las vividas en América y otras regiones del mundo. Europa primero y ahora sus herederos más claros, Estados Unidos y Canadá, por ejemplo, han insertado pautas de pensamiento y acción patriarcales violentas -siempre aderezadas con componentes de clase y raza, típicas de la colonialidad- en las sociedades americanas desde el siglo XVI y lo siguen haciendo hasta hoy. No son “naturales” de todas las civilizaciones que se han desarrollado en el orbe a nivel histórico; el modelo de pensamiento central ha tratado de hacernos ver una supuesta “universalidad” del pensamiento que no sólo nos adoctrina en cuanto a lo que debemos creer, es decir, qué religión o matriz religiosa es la correcta (cristianismo), saber (saber científico), sino que también nos ha dispuesto pautas de relaciones sociales, en específico las de género,terriblemente cerradas y ancladas en un “deber ser” que se resiste a cambiar con uñas y dientes.Expresiones de este adoctrinamiento son el machismo, la discriminación por género, la violencia asociada a esta discriminación que en su versión más extrema lleva al feminicidio y al asesinato de odio (trans, homosexual)y que hoy, le guste a quien le guste, están teniendo un crecimiento alarmante. Todos y cada uno de nosotros y nosotras formamos parte de esta construcción ideológica, centrada en esa “matriz colonial de poder” y todo lo que hemos hecho o dejado de hacer ha respondido a ella. El asunto ahora es qué tanto somos conscientes de nuestra formación y qué podemos hacer al respecto. ¿Nos importa acaso? ¿O de plano no nos interesa? Esas son preguntas que cada uno debe responder a su manera y a su tiempo.Pero no nos tardemos mucho pues, aunque suene dramático, nuestra falta de reflexión y acción está costando vidas.
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