Lunes, 21 Julio 2025 20:45

Incel

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Machomenos escribe Israel León O’Farrill

Palabras clave: machismo, violencia, patriarcado, feminismo, rechazo, riesgo

“Las autoridades antiterroristas francesas han iniciado su primera investigación sobre la amenaza que supone la misoginia tóxica de la cultura masculinista incel”, nos informa el reportaje “¿Debería tratarse la amenaza incel en Francia como terrorismo?”, publicado en días recientes en el portal de France24. Según ahí mismo se informa, un “joven de 18 años identificado como Timothy G. fue acusado y puesto en prisión preventiva el martes por formar parte de una ‘conspiración criminal terrorista’ y proferir amenazas. (…)  Tenía dos cuchillos en su poder cuando fue detenido el 28 de junio en la región de Saint-Étienne por el servicio de inteligencia nacional francés, la DGSI, cerca del instituto al que asistía. (…) No tenía antecedentes policiales y estaba matriculado en clases preparatorias antes de asistir a la universidad”. Incel es una de las más recientes categorías surgidas en el mundo actual para explicar fenómenos en las redes y en la vida cotidiana, pero que quizá tienen una raíz mucho más antigua. En efecto, según nos informa el portal de GENEX, el programa por la Igualdad de Género de la Facultad de ciencias exactas y naturales de la Universidad de Buenos Aires, “Incel, o íncel es un acrónimo de la expresión inglesa involuntary celibate, (‘celibato involuntario’). En sus orígenes el termino fue acuñado por una mujer canadiense en 1997 que creó el Proyecto de ‘Célibe Involuntario’ como una fuente de consuelo y apoyo para personas que experimentaban soledad, falta de reconocimiento y apoyo social permitiéndoles un espacio para crear comunidad, expresarse y hablar de ello en virtud de las experiencias compartidas”.

Esta expresión, que en principio podría haber canalizado una de las realidades juveniles más frecuentes y más viejas, que es el que alguien no pueda establecer una relación con alguien más por no cumplir los estereotipos de belleza en el momento, hoy se ha convertido en una de las expresiones machistas más sentidas en el espectro de lo que se conoce como la “manosfera”, ese conjunto de redes, chats y canales donde existen contenidos de “recuperación de la masculinidad” que son no sólo tóxicos sino peligrosos. Ya he abordado del tema al hablar de los contenidos Red Pill en esta columna. “A través de los foros incels -se dice en GENEX- fueron in crescendo en expresiones de misoginia, hostilidad, apología de la violencia hacia las mujeres y personas LGBTIQ+, deshumanizándolas y responsabilizándolas por su falta de interacciones sexo-afectivas, llegando incluso a promover o realizar actos de violencia extrema”. El caso de este joven francés, que al parecer es el inicio de próximas investigaciones, es una de las consecuencias más visibles de lo que estamos hablando. Sin embargo, no tenemos idea de cuántos de los feminicidios que vemos trágicamente día a día en nuestro país, o la violencia en general, responden a este tipo de ideas, gracias en buena medida a que no se resuelven la mayoría de los casos, pero también a que el odio hacia las mujeres no está relacionado solamente a la incapacidad del perpetrador de la violencia de relacionarse con las ellas, sino que es multifactorial.

Ahora bien, esta corriente Incel es enarbolada por jóvenes que aparentemente son solitarios y que tienen dificultades para socializar y que justifican su falta de éxito sexual por no pertenecer a la norma que, según ellos, ha sido promovida por las mujeres o al menos seguida por ellas y responden a cuatro características según aparece en el portal Cimacnoticias:  Piensan que hay un determinismo biológico, es decir, que para ser exitoso, hay que nacer con el modelo hegemónico de masculinidad, que es ser “blanco, delgado, alto, entre otras características”; de igual manera, que hay una jerarquía basada en el atractivo y que se relaciona con el punto anterior; que existe la hipergamia femenina, que parte del supuesto de que las mujeres buscan una pareja “dependiendo del estatus socioeconómico que puedan obtener y del atractivo físico”; ello los lleva a tener lo que se denomina una desesperanza aprendida, que es que “perciben que su posición en la jerarquía masculina es inamovible, [y, por tanto] generan patrones de pensamiento fatalistas”. Pese a que todo esto pudiera sonar una fantasía más detrás del mero odio hacia las mujeres, pienso que es necesario que entendamos las auténticas razones detrás de esto. Los estereotipos sobre las y los cuerpos perfectos existen desde hace décadas y se van adaptando al presente. El acoso escolar, en la calle y en el trabajo relacionado con la apariencia física es ya un lugar común, no sólo visto en películas y series gringas. Todos lo hemos vivido sea como víctimas o como victimarios. ¿Hay hombres y mujeres que centran sus relaciones en la apariencia física y en el estátus socioeconómico? Sí, y es una realidad que lleva décadas también y que en nuestro país colonizado y patriarcal es una constante. Pero, sumado a todo esto que es, como he dicho, un lugar común, hay que añadir que estos discursos de odio son promovidos por las ultra derechas en el mundo como una reacción directa a los innegables y justos triunfos obtenidos por los movimientos feministas y LGBTIQ+, es decir, forman parte de la agenda anti Woke que incrementa sus adeptos de forma progresiva. Como hemos visto en otras entregas, son cada vez más los hombres jóvenes que se sienten amenazados por las mujeres y que creen que su masculinidad está siendo atacada. Por tanto, mucho me temo que las violencias que vemos constantemente son el inicio de otras más que están por venir y que el machismo, contrario a lo que se podría pensar, dista mucho de estar en vías de extinción; por el contrario, me parece que adquiere renovada energía al canalizarse perversamente en estas expresiones virtuales. Advirtámoslo ya y actuemos en consecuencia, de lo contrario, será mucho más lo que habremos de lamentar.   

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