Lunes, 28 Abril 2025 20:05

Baile

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Machomenos escribe Israel León O’Farrill

Palabras clave: machismo, baile, estereotipo, homofobia, discriminación.

Una de mis películas favoritas, por muchas razones, es “Billy Elliot” (2000) del director británico Stephen Daldry. Me parece una cinta estupendamente lograda, con una historia sugerente contada a través de un guion inteligente que poco a poco va develando el centro de la cuestión: a Billy Elliot le gusta bailar y lo hace en una clase de ballet, cosa que no tendría nada de especial. Sin embargo, la cinta se ubica en los años 80 del siglo pasado, en un pequeño pueblo minero de Inglaterra, en el seno de una familia hasta cierto punto tradicional. Esto es que, en esa época, si cualquier varón se inclinaba por el baile, en específico por el ballet, era un indicativo de que sería gay. Por supuesto, como muchas otras cosas interpretadas por el patriarcado, esto no es más que un estereotipo absurdo que lleva prejuicios y discriminación injustificados. De hecho, Mijaíl Barýshnikov, uno de los más grandes bailarines que ha dado el ballet ruso, famoso por preparar bailarines, hombres y mujeres con rigor y arte, es heterosexual. Lo dicho, prejuicio absurdo. Vemos en algún punto de la película a un Billy fuerte, terriblemente viril y grácil, interpretando uno de los ballets más famosos: “El Lago de los Cisnes”. Obviamente Daldry nos lleva por todo el drama que implica la decisión de Billy, pero además, es una radiografía interesante de una época marcada por las luchas de los marginales en una Inglaterra en la que gobernaba la “Dama de hierro”, Margareth Thatcher. La lucha de los mineros por mejores condiciones de trabajo, se equipara a la lucha de Billy por encontrar su identidad y realizar lo que le apasiona, independientemente de que la actividad estuviera tan estereotipada. Bailar, lo repito, no te hace ser homosexual.

Esta entrañable película vino a mi mente a raíz de la controversia macha más reciente: las críticas del creador de contenido machista autodenominado “El Temach” a uno de los hijos de Shakira por bailar. Según una nota publicada por Milenio, las “declaraciones surgieron a raíz de unos videos del menor durante los conciertos de su madre en México, donde se le ve bailando y disfrutando la música. El influencer afirmó que el niño tenía una conducta ‘amanerada’ y atribuyó esto al hecho de que convive únicamente con su madre. Según él, esa ausencia paterna estaría afectando el desarrollo corporal del menor”. En esta controversia existen tantas expresiones del machismo que vale la pena analizarla. Primero que nada, como hemos dicho, el hecho de que un niño baile, o le guste jugar con muñecas o prefiera quedarse en casa a leer, tocar un instrumento o dibujar en lugar de ir a jugar futbol, no lo hace, de ninguna manera, un chico homosexual; de la misma manera, una chica que le guste el futbol, que va al gimansio, que prefiere usar pantalones a vestidos, no la hace ser lesbiana. Tales prejuicios están totalmente infundados y han producido discriminación, conflictos familiares, afectaciones piscológicas difíciles de medir y acoso escolar.

Por otro lado, está la idea de que la ausencia del padre en la vida del niño es lo que afecta su desarrollo. Si eso fuera verdad, millones de hombres en el mundo serían de inmediato homosexuales. Sí, así como muchos de los que estarán leyendo esta columna que tuvieron un padre ausente, que no se hizo responsable, que tuvo otra familia, que se hizo ojo de hormiga, no son homosexuales, existen muchas personas cuya orientación no es heteronormada y que vivieron en una familia donde el padre siempre estuvo ahí. Esto es que la ausencia de padre no produce homosexualidad; empero, esa ausencia, como la de la madre, pueden producir muchas otras circunstancias negativas a nivel psicológico y social. Es más, ni siquiera debiéramos pensar en que, como he escuchado decir, “todo niño necesita a su padre”, si no lo que debemos pensar es que todo niño y niña requieren una red de crianza donde puede o no haber madre o padre, pero sus necesidades básicas y formativas, el cariño, la comprensión y el respaldo estén garantizados. El bailar de niño como lo hace el hijo de Shakira no te hace ser gay; el escuchar y respaldar las necedades de ese personaje muy seguramente te hará homofóbico, misógino y discriminador. Y, por cierto, para aquellos que viven con el estereotipo del hombre fuerte, musculoso, atlético, sugiero que vean a los bailarines de ballet. Son lo mismo fuertes, atléticos, que gráciles y ágiles con cuerpos perfectos, en verdad. Y otro dato importante. Lyn Swann, uno de los mejores receptores de todos los tiempos en la NFL – su atletismo fue legendario con los Pittsburgh Steelers- bailó ballet… practicó uno de los deportes más masculinamente estereotipados y no es gay. Por tanto, que quien quiera baile, a la edad que quiera y como quiera, a nosotros no tiene que importarnos ni siquiera un poco. Además, para finalizar, baile o no baile ¿qué de malo tiene ser homosexual? Lo verdaderamente importante en estos tiempos de porquería en que vivimos es ser buena persona. Lo demás, es lo de menos.          

 

  

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