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Machomenos escribe Israel León O’Farrill
Palabras clave: machismo, celos, violencia, agresividad, feminicidio, desfiguración
Todos hemos celado a nuestras parejas -actuales o pasadas- en algún momento. Suele ser por cuestiones del presente, es decir, por relaciones de amistad, laborales o familiares que ellas tienen con varones; pero, con demasiada frecuencia, los celos se vinculan a la vida pasada de las mujeres, especialmente a su vida sexual previa a nuestra relación. Los celos pueden llevar numerosas consecuencias, la mayoría,una expresión violenta y puede ser verbal, psicológica, física e incluso sexual. Cuando alguien tiene celos, acosa, vigila, limita, debilita, amenaza y en casos extremos, violenta, como hemos dicho. Se presta a chiste y podemos ver numerosos actos de comediantes relacionados con el tema; vemos miles de reels, tiktoks y videos diversos donde se alude a los celos. Y, en broma, quienes protagonizan estos videos “simpáticos” son mujeres que celan a sus parejas, eternos “mandilones” según la jerga macha. Sin embargo, no vemos videos “simpáticos” donde hombres celen a sus parejas mujeres pues en realidad, eso no tiene nada de chistoso.
Según el artículo “Celos y mandato patriarcal. Apuntes sobre la celotipia retroactiva masculina en el contexto de las parejas heterosexuales” escrito por Vivi Alfonsín Rodríguez y publicado en el portal de la revista española Pikara, en “la mentalidad patriarcal, el cuerpo de la mujer es la moneda que cifra el valor completo del hombre en el espacio público. Su tasación se compone de factores estéticos y morales. Empezando por la apariencia: el peso, la piel, la sonrisa. La adecuación de su escote y el largo de su falda. La pulcritud de su manicura y el estado de su tinte. Los gestos y los modales. Lo tímida que se demuestre con el alcohol”. En pocas palabras, la mujer ha de ser un dechado de virtudes físicas y morales de acuerdo con el esquema patriarcal. En el momento en que se acuerda la relación, en que son aceptadas las condiciones “correctas” de la pareja, esa mujer pasa a ser propiedad del varón. Como hemos comentado en numerosas ocasiones, la mujer en esta mentalidad macha no es otra cosa que un objeto, una muñeca que se mueve, respira y tiene sexo, pero sólo conmigo y con nadie más. Hay que cuidarla para que otro varón no tenga oportunidad de robarla. Esta visión que se ha supuesto “instintiva”, es mucho más cultural y socialmente construida y validada, que natural. Es decir, el varón se siente ese león que ha de proteger a su hembra de otros machos, pero en realidad, en el caso humano, esto no es otra cosa que una metáfora de la posesión. Y defenderá su posesión a como dé lugar, pero lo hará principalmente violentando a su “hembra” y mucho menos a los supuestos machos competidores -la cobardía se asoma-. Verá, como se dice, moros con tranchetes en todos lados y le reclamará a ella por cualquier estupidez.
Pero ¿qué pasa cuando ella se harta y lo deja? Bueno, en el mejor de los casos, el macho se irá y buscará consuelo en otro lado, no sin antes destruirla en redes sociales, con amistades y familiares. En el peor, vendrán el acoso, la violencia y si eso no funciona, la marca de la posesión, es decir, por diversas vías, dañarla y mutilarla en venganza, para dejar en ella su huella. La forma más común a nivel mundial, pero que en México está teniendo un alarmante crecimiento, es el ataque con ácido, forma perversa, ruin, abyecta, de castigar y dejar evidencia indeleble del odio, los celos y su franca cobardía. No hay nada, nada que justifique una acción como esa. ¿Será peor la muerte que este castigo brutal? Francamente, no sé qué contestar.
En efecto, la cosa no queda ahí. Otra respuesta que también crece de forma alarmante en nuestro México de hoy es el feminicidio. Se da por muchos motivos, pero en el tema que nos ocupa, tiende a darse cuando el macho siente celos y violenta a su pareja hasta matarla; pero también,cuando la pareja decide dejar la relación y viene la frase telenovelera “si no has de ser mía, entonces no serás de nadie”. Esto lo practican hombres de cualquier estrato social y de cualquier color de piel, pero quizá el grado de sofisticación e incluso de cobardía, variará de acuerdo con las capacidades del macho celoso.Quizá lo más preocupante del asunto es que se expresa cada vez más entre menores de edad. El caso más reciente lo vemos en Iztapalapa: un adolescente de 13 años golpeó y apuñaló a su exnovia fuera de la escuela porque ella decidió dejar la relación. Sin embargo, si buscamos en la red, encontraremos numerosas noticias que hablan de jóvenes que atentan contra la vida de sus parejas por celos, por abandono, por machos. Machos jóvenes, eso sí, en plena formación; empero, terriblemente violentos, como vemos. Los celos son una expresión indudable de una concepción totalmente errónea de la vida en pareja, pero que está perfectamente normalizada por nuestro mundo patriarcal. No hay nada de romántico en ello, que quede claro. ¿Los celos matan? La respuesta es un rotundo sí.
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