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Machomenos escribe Israel León O’Farrill
Palabras clave: machismo, brecha, salarios, discriminación, desigualdad
Una de las expresiones más claras del machismo, pero que no se alcanza a ver o que tiene menores reflectores, es la brecha salarial entre hombres y mujeres. Se podría argumentar que no necesariamente se trata de un tema machista, que su origen es patriarcal nada más y, al estar normalizada esta disparidad, no es machista, es decir, no se da de forma perniciosa. ¡Pamplinas! La verdad es que hoy que tenemos toneladas de información a nuestro alcance, que los movimientos feministas, la construcción de nuevas formas de concebir a la masculinidad y los avances en las legislaciones de múltiples países, incluido México, hacen imposible que los empleadores argumenten “desconocimiento” para tomar decisiones en cuanto a sus tabuladores. La realidad es que toman decisiones machistas con respecto a los salarios de sus empleadas y empleados. De acuerdo con el reportaje “Brecha salarial entre hombres y mujeres: ¿Qué estados tienen las mejores condiciones?” publicado en el diario El Economista en marzo pasado, la “brecha salarial en México es de 16%, esto quiere decir que por cada 100 pesos que gana un hombre por su trabajo al mes, una mujer percibe 84 pesos. A nivel local, sólo cuatro entidades federativas en el país tienen una disparidad menor a 10 puntos porcentuales”. En la estadística mostrada en el reportaje, Puebla ocupa el dudosamente honroso lugar 12, pues las mujeres ganan en promedio 84 pesos por cada 100 que ganan los varones.
Es de destacar que el reportaje detalla las razones por las que esto podría suceder y son cuatro: 1.-Horas de trabajo. Según este informe, las mujeres tienen otras cargas no remuneradas, como hacerse cargo del hogar y de la crianza de hijas e hijos y algunos adultos de la tercera edad, por lo que no tendrían el mismo tiempo para dedicarle a la empresa. 2.- Posición jerárquica, que implica que son menos las mujeres que se encuentran en cargos directivos y, por ende, sus salarios tienen menor remuneración lo que baja la estadística. Vale preguntarse, ¿por qué se da este fenómeno?, ¿por falta de capacidad de las mujeres?, ¿o por simple discriminación? 3.- Nivel educativo. En el reportaje se dice que las mujeres que han alcanzado un nivel superior tienden a obtener mejores salarios. Pese a que se ha avanzado en este rubro y cada vez más mujeres ingresan y terminan una carrera universitaria, ¿qué tanto esto se refleja en las contrataciones? Lo mismo sucede si realizan un posgrado y qué valor se le otorga en la empresa. Lo cierto es que muchas de ellas, como se reporta en un informe publicado en noviembre de 2023 en el portal del IMCO (Centro de Investigación en Política Pública), “Según la ENOE [Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del INEGI 2020- 2022https://www.larazon.es/deportes/respuesta-rafa-nadal-sueldo-mujeres-feminismo-gustar_2024021465cd456582085c00017cdb97.html">La Razón). Pero, ¿esto sucede realmente?. O, como afirma Salinas Pliego con respecto a la propuesta del Senado para igualar salarios en el futbol, que, según reporta el portal de SDPnoticias, “los salarios no se pueden igualar, puesto que existe la ley de la oferta y demanda, si bien debe haber inversión en el deporte femenil, la realidad es que los recursos no dan para pagarles igual a las jugadoras que a los jugadores”. Para él, es una medida “machista” para extinguir la liga femenil; ¿será eso, o será que no quiere invertir lo necesario en una liga femenil pretextando la oferta y demanda?, ¿qué no lo vale? ¿Hasta dónde la lógica es económica y hasta dónde es machista?
Y como vemos en los cuatro argumentos esgrimidos en el reportaje de El Economista que hemos citado, quizá buena parte de la brecha viene relacionada con aspectos fuera de lo laboral y lo económico y más con temas sociales y culturales, como la crianza y el cuidado del hogar, aspectos que todavía hoy en pleno siglo XXI, siguen siendo endilgados a las mujeres. No se trata entonces de una cuestión de capacidades físicas o mentales, sino de la aceptación del patriarcado y de su machismo de que las mujeres no sólo pueden, sino deben ser contempladas en igualdad de circunstancias, incluido el salario. Seguro muchas mujeres a las que nos les ha ido mal, no sólo en lo laboral sino en lo familiar, defenderán que los cambios se están dando y existen, defendiendo sin querer la permanencia del patriarcado. Bien por ellas, pero el hecho de que su realidad sea positiva no implica que sea lo mismo para una enorme mayoría de mujeres que no tienen sus mismas condiciones. Lo dicho, esta brecha es una marca que nos refrenda que el patriarcado existe y que, en lo laboral, el machismo sigue presente.
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