Miércoles, 26 Junio 2024 10:46

Cárcel macha

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Sin duda, se trata de una historia dantesca, de esas que podrían tener harto éxito en cualquier plataforma de “streaming” debido a la sordidez que implica y el asombro que causa a cualquiera que se entere del caso. Hace unos días apareció en el portal de noticias de la BBC un reportaje que da cuenta de una ola de suicidios entre internas en el penal de alta seguridad para mujeres (van 13 hasta el momento) el CEFERESO (Centro Federal de Readaptación Social Femenil) 16. El reportaje que se centra en lo que las propias internas denominan “el cementerio de las vivas”, afirma que “En su declaración matutina del pasado 14 de mayo, el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, dio la palabra a la secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana, Rosa Icela Rodríguez, para que explicara la situación en el Cefereso 16. (…) Rodríguez atribuyó la ola de suicidios a varios factores: la infraestructura del penal, que se diseñó sin ‘integrar la perspectiva de género’; los traslados de reclusas desde localidades lejanas, que impiden las visitas de familiares con regularidad, y el hecho de que 40% de las 1.174 mujeres detenidas en esta cárcel han esperado durante años por una sentencia”. Hasta aquí, uno podría pensar que la cosa es normal, pues esos mismos factores encontramos en todos los centros penitenciarios del país, en especial aquello de la falta de sentencia, aspecto que sufren internas e internos por igual gracias al cúmulo de vicios, corruptelas y lastres burocráticos que implican nuestro sistema judicial. Sin embargo, es necesario decir que el caso de estas mujeres, y el de muchas otras que se encuentran en condición de encierro en otros espacios del país, responde, además de este factor que comento, a una cuestión de género, es decir, a que como señala Salvador Leyva, en su momento secretario técnico de Combate a la Tortura, Tratos Crueles e Inhumanos del Instituto Federal de la Defensoría Pública de México, en entrevista para la BBC: “Es un sistema hecho por hombres para hombres”.

Como lo he comentado en otras ocasiones, el castigo a la mujer tiende a ser peor que para los hombres, es decir, a ellas se les aplica la ley y en ocasiones una interpretación que va acompañada del machismo que ve en ellas a mujeres que no sólo delinquen, sino que dejan de lado su papel de mujer que es ser esposa, madre y quedarse en casa. Por tanto, si por el delito o los “malos pasos” en los que anduvieron -con demasiada frecuencia, siguiendo a su pareja- tienen que dejar a sus hijos, peor para ellas. En el caso de este penal del que hablamos la cosa está peor, pues su nivel de aislamiento o de limitación de la comunicación con sus familias es mayor, lo que indudablemente repercute en su salud física y emocional. Si a eso sumamos que en nuestra sociedad híper machista quien se hace cargo de los hijos y de la familia en lo general son las mujeres, ellas quedan fuera de esta actividad por lo que la culpa es mayor y el señalamiento de familias y parejas, se da con un encono particularmente perverso. En muchos casos, estas mujeres ni siquiera reciben visita y tienen que valerse por ellas mismas. Además, por su condición femenina, tienen necesidades fisiológicas distintas y requieren tratos diferenciados, no sólo en cuanto a la vida cotidiana -por ejemplo, el uso de toallas sanitarias-, sino también en cuanto a su salud. En Puebla, el nuevo penal femenil, el de Ciudad Serdán, pese a que pudiera parecer que ofrece mejores condiciones para ellas, implica problemas de logística para las familias y, por ende, dificulta las visitas.

Como afirma Leyva “Las mujeres sienten que están muertas, especialmente las que están en prisión preventiva. La vida de sus familias ocurre fuera, nacimientos, graduaciones y muertes, mientras ellas permanecen al margen de todo porque están encerradas siendo inocentes al no recibir una sentencia”. ¿Debiera darse un trato preferencial a las mujeres? Pienso que no se trata de eso, sino de que se debe cambiar profundamente el modelo patriarcal que no sólo produce injusticias de todo tipo tanto para hombres como para mujeres, sino que, en muchos de los casos, es precisamente por el mundo macho en que vivimos, que existen una buena variedad de delitos.

Las mujeres quedan inmersas voluntaria o involuntariamente en las grietas de todo este sistema de porquería y al caer presas, la maquinaria termina de pulverizarlas, como hemos visto. “La Comisión Nacional de Derechos Humanos advirtió en su informe -continúa el reportaje- que varias de las 13 reclusas que se suicidaron entre 2021 y 2023 recibieron atención psicológica y psiquiátrica en la prisión. Sin embargo, la asistencia ‘resultó ineficiente e insuficiente para detectar las conductas de riesgo suicida que presentaban’ las víctimas”. En efecto, no sólo valdría la pena evaluar la calidad y cantidad de esa ayuda, sino también la seriedad y el compromiso que se le haya dado a esa atención. De por sí, es común en este mundo macho que se piense que, si una mujer necesita ayuda psicológica, es porque es una “histérica” … ahora imaginemos si se trata de una persona privada de su libertad, bueno, muchos han de pensar que todo lo que le sucede “se lo merece”. Es necesario que veamos cuánto daño genera el machismo en nuestra sociedad y hasta dónde se extiende. Esta es una de las expresiones quizá más extremas y, desafortunadamente, una de las más ignoradas.

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