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Machomenos escribe Israel León O’Farrill
Palabras clave: machismo, homofobia, LGTBIQ+, woke, chairo, retrocesos
Hace poco, en una de mis redes sociales, compartí una publicación donde se observan diversas imágenes de varones acompañadas de leyendas que afirman “un hombre también puede… usar maquillaje… tener el pelo largo… gustar del color rosa… amar a otro hombre… usar vestido… no querer sexo… llorar… quedarse en casa (al cuidado de los hijos)… no tener pene” (quizá el que más controversia causó). Sé que todo lo que publicamos en redes puede estar abierto a discusión y que amigos y conocidos se sentirán con la confianza de comentar, más si se trata de temas controversiales como este. En una publicación anterior, compartí una imagen con la bandera del arcoíris acompañada de un texto que rezaba: “Repite conmigo: la sexualidad de otra persona no es asunto mío”. Por supuesto que esta otra publicación también, igual que la anterior, generó comentarios diversos, muchos “likes” y uno que otro emoticono de risa. En ambas, se aparecieron discursos discretamente homofóbicos, sustentados en argumentos aparentemente biologicistas del tipo “hombres y mujeres somos diferentes biológicamente” y, evidentemente en contra de la transexualidad, o, al menos, no dispuestos a aceptar que alguien que fue clasificado al nacer masculino o femenino, quiera ser otra cosa diferente. Esto, que se ha denominado “sexo biológico”, tiene sus vericuetos. Según el portal en español de la organización gringa PlanedParenthood en “vez de decir sexo biológico, algunas personas usan la frase ‘sexo masculino asignado al nacer’ o ‘sexo femenino asignado al nacer’. Esto quiere decir que alguien (por lo general unx doctorx) decide por otra persona cuál es su sexo. Puede que asignarle un sexo biológico a una persona coincida -o no- con lo que sucede dentro de su cuerpo, con cómo se siente y cómo se identifica”. Creo que la clave del asunto, siguiendo esta cita, es la idea de que alguien “te” asigna el sexo cuando naces. ¿Y no tenemos derecho a disentir más adelante? Como dice el portal también, existen numerosos cambios hormonales y físicos que, de una manera u otra, pueden modificar aquello que se asignó en un momento y, gracias al trabajo de mucha gente, de años y años de esfuerzos, hoy podemos comprender que todos tenemos derecho a auto describirnos y a sentirnos como queramos, he ahí el dilema.
Por tanto, nuestra concepción y referencia a los demás, debiera estar sustentada en argumentos científicos y biológicos, en atención y respeto a los derechos humanos y a las otredades. Sin embargo, decidí no entrar en un debate en redes que no sólo sería largo y aburrido, sino francamente estéril, pues no convenceré a nadie, en especial cuando aparece el término “woke” de por medio. Según un reportaje del portal de la BBC, “’Desperté’. Ese es el significado literal de la palabra ‘woke’, el pasado de ‘wake’, que significa despertar. Pero el término es mucho más complejo y ser o estar woke en slang o jerga estadounidense puede hacer ver con qué posturas políticas estás más alineado. El uso de woke surgió dentro de la comunidad negra de Estados Unidos y originalmente quería decir estar alerta a la injusticia racial”. Con el tiempo, se le han adosado al término otras luchas, como el asunto del feminismo y el movimiento LGTBIQ+ y, en lugares como Estados Unidos, cualquier causa que pueda vincularse a la izquierda. Tanto allá como, al parecer acá -el término surgió en los comentarios de mis publicaciones para designar de forma despectiva a los “progres”- se ha corrompido y ahora se usa para insultar a cualquiera que esté a favor de estas causas y que, supuestamente, obliga a los demás a aceptarlas y seguirlas. Es un fenómeno similar al término “chairo” en México, adjetivo con el que nos clasifican a todos los que buscamos un mundo mejor para la mayoría y no nos tragamos la patraña esa de que “el pobre es pobre porque quiere”. No importa si estás a favor del Peje o no, recientemente cuando hablas de las enormes desigualdades que trae el mundo de hoy, profundamente enlazadas con discriminaciones de raza, clase y género, no falta quien te espete sin recato “eres un chairito”, cosa que ya me ha valido perder amistades. Hoy se incrementa la perversión del concepto woke como sinónimo de chairo y el ala conservadora que, nos guste o no, crece de forma preocupante en el mundo e infecta a nuestro país, utiliza ya este término, sin entender sus profundas raíces históricas y sin respetarlas.
¿Hay excesos en los movimientos feministas, LGTBIQ+? Bueno, hay posturas radicales que quizá generan más entropía que lo que intentan construir. ¿Hay hombres y mujeres que se cuelgan de estas causas para conseguir reflectores y hacerle ver al mundo lo buenos y considerados que son, ganando dinero a través de canales de video y redes sociales en general? Claro que sí, pero eso no quita que existan una enorme cantidad de personas y organizaciones, en México y en el mundo entero que están luchando por mejorar la vida de los demás. Pero creo que la ofensa y el uso de este tipo de insultos, especialmente en las publicaciones que hice defendiendo las causas LGTBIQ+ y el género, tiene que ver con dos aspectos que se enlazan: ¿qué consideramos qué define al hombre?, por un lado, y ¿desde dónde construimos nuestros argumentos? ¿Para ser hombre hay que tener pene, con eso es suficiente? Quizá en la versión más conservadora y rancia de la concepción de los géneros. Y eso me lleva a la segunda cuestión: si sustentamos nuestra idea de “hombre” a través de parámetros religiosos o de una interpretación bien macha de la ciencia, que suele terminar sustentando lo religioso, bueno, no hay argumentos que convenzan a una persona que piense así. En este sentido, hubo quien afirmó que estos movimientos les “imponen” su ideología. Claro, lo afirman por las marchas y por la forma en que, gracias a las nuevas libertades, se manifiestan. Nadie impone nada a nadie y lo que hay es la construcción de legislaciones que permiten que alguien tenga el derecho a ser y a expresarse como considere sin recibir violencia por ello; claro, siempre y cuando no agreda o violente a los demás -ojo, el que te produzca repulsión no es violencia, sino tus propios prejuicios-. ¿El que alguien al que se le asignó un sexo femenino en su nacimiento se vea a sí mismo como hombre, aunque no tenga pene, lo hace hombre? Sí, por más que ofenda a determinados grupos. Su circunstancia ni se contagia, ni te obliga a ser como él, ni “contaminará” a tus seres queridos. Más contaminas tú con tus prejuicios homofóbicos machistas a tu familia y a la sociedad en su conjunto. ¿Decir todo esto me convierte en chairo y woke? Bueno, si es así, lo soy y a mucha honra.
Información adicional
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