Lunes, 05 Agosto 2024 22:26

¿Trans?

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Machomenos escribe Israel León O’Farrill

Palabras clave: machismo, transfobia, conservadurismo, box, controversia.

Hace unas entregas me preguntaba qué es lo que hace al hombre y discurría en torno a lo biológico y a lo sociocultural. Al final, es mi opinión de que el pene no hace al hombre y considero que es necesario entrar en una discusión seria desde la ciencia, indudablemente, pero también desde las humanidades, para comprender el mundo en que vivimos y que es de una diversidad que considero fascinante, con independencia de la ansiedad que le produzca a los más conservadores y machirrines. Sin embargo, algo similar es lo que motiva esta entrega y es el tema controversial de la boxeadora Imane Khelif, pugilista que se encuentra en una verdadera vorágine en redes sociales por sus características físicas y varios malentendidos alrededor de ella. Como leemos en el portal de Sopitas.com, en un reportaje elaborado sobre ella por Max Carranza, la “polémica en la vida deportiva de la boxeadora Imane Khelif comenzó en el año 2023 después de que fue suspendida del Campeonato Mundial de Boxeo de la Asociación Internacional de Boxeo (IBA). (…) Imane Khelif fue eliminada de esa competencia —antes de la pelea por la medalla de Oro— por no cumplir con ‘los criterios de elegibilidad’. (…) La IBA declaró que la boxeadora no cumplió con una prueba médica ‘reconocida’ que se mantiene confidencial. ‘La prueba indicó que la atleta no cumplía con los criterios de elegibilidad y se encontró que tenía una ventaja sobre otras competidoras’, señaló el organismo”. Aquí la clave es que la Asociación mantuvo confidencial el resultado, lo que ha generado al menos dos interpretaciones seguidas por medios internacionales. Primero, que ella presentó un exceso de testosterona producto de una condición llamada hiperandrogenismo y que muchas mujeres poseen. De hecho, como se comenta en el mismo reportaje, la “testosterona, además de otras cosas, está ligada con el desempeño deportivo de alto nivel, especialmente entre las atletas femeninas de alto rendimiento. (…) Algunas atletas —como Caster Semenya en el atletismo o en este caso, la boxeadora Imane Khelif— han quedado en la polémica mundial por encontrarse entre 10 o 20 veces más testosterona que los niveles considerados ‘normales’, aunque esta hormona la produzcan naturalmente sus cuerpos”. Se realizan pruebas especiales en este sentido para las mujeres, pero valdría la pena preguntarse si para ser justos debiera hacerse también para los hombres, no sea que tengan menos de la reglamentaria lo que los haría “menos hombres”. Por supuesto, estoy siendo irónico.

Por otro lado, gracias a declaraciones del presidente de la IBA, se afirma que ella posee cromosomas XY, lo cual dirigiría la atención a la idea de su masculinidad y, por ende, su posible transformación. Nada de esto se ha comprobado y el Comité Olímpico Internacional, que condujo sus propias pruebas y ha revisado documentaciones diversas, ha avalado la participación de ella y de otra competidora con condiciones similares. Por si fuera poco, ella representa a Argelia, un país musulmán que prohíbe la homosexualidad, el cambio de sexo y el cambio de identidad. Y, además, ella se identifica y vive como mujer. Por tanto, hay que decirlo, ella no es trans, ella es mujer en el más puro sentido tradicional del término, sólo que pega con los puños y muy fuerte, al menos así lo dijo su contrincante italiana que se retiró después de dos buenos catorrazos que le aplicó Khelif.

El asunto de ella y su circunstancia como atleta olímpica lo ha de resolver el Comité Olímpico, nada más y nada menos. Y, de hecho, al tiempo que escribo esta columna, la respuesta ya se ha dado respaldando a Khelif como competidora y como mujer. Sin embargo, el problema va mucho más allá de esto. Desafortunadamente, la polémica no se ha quedado en el absurdo, ignorante y vacuo mundo de las redes sociales, sino que, para mi sorpresa y gran desagrado, ha infectado a medios de comunicación “serios” del mundo y de nuestro país, donde sin tener evidencias de nada, se la ha tildado de “trans” y tramposa. Por tanto, hay que decirlo, el fenómeno ha soltado todo lo machista y transfóbico que pueden ser hombres y mujeres en la red y los medios tradicionales, y vemos hartos minutos de videos y publicaciones diversas donde influencers y usuarios de redes, palurdos y palurdas prejuiciosas/os, condenan estas Olimpiadas por ser las “peores” que se hayan realizado, empezando por la “burla” al cristianismo (mega sic) en la inauguración de los juegos -cosa que ya se ha resuelto y de la que hablo en otra columna que acá comparto- y ahora con la inmersión en la justa olímpica de la “infección progre” que no es otra cosa que la llegada del “maligno”, el anticristo personificado ahora por una mujer trans que ni es trans, que sí es mujer y que pega mucho más fuerte que los que la critican. Igual y es la pura envidia la que los motiva, ¿será? Yo me quedo con dos comentarios hechos por David Faitelson recogidos en el portal de TUDN: “El caso de Imane Khelif es un tema de nuestros tiempos…No podemos rehuir a él y no debe ser examinado ni por deportistas, ni jefes de deporte, ni miembros distinguidos de la iglesia, ni políticos de derecha o periodistas. Esta controversia deberá ser resuelta siempre por la ciencia. (…) La boxeadora italiana Angela Carini y el Comité Olímpico Italiano hacen todo un drama luego de la pelea ante la argelina Imane Khelif…Si una boxeadora viene a los Juegos Olímpicos a no recibir golpes, que mejor se quede en Roma”. Sugiero que todo, todo lo que les llegue a redes sociales, sea revisado y corroborado un par de veces antes de compartirlo. Tu indignación debe venir acompañada de inteligencia. Y dicho sea de paso, tú, sí, tú, hombre o mujer que lee esto, cuando logres un puesto en una justa olímpica, producto de años de esfuerzo, sacrificios, lesiones y el largo etcétera que implica ser deportista de alto rendimiento en este país atiborrado de corrupción y luchas políticas en Federaciones y con las cacerías de brujas absurdas de la CONADE de hoy, cuando logres eso, entonces opina; de lo contario, mejor calla y observa, deja de criticar a las y los jóvenes que se encuentran en París dando todo de sí. Y no, el hecho de que existan mujeres fuertes que pegan más duro que tú no te va a quitar lo “hombre” ni te hará ser blandengue, ni pusilánime. Y el hecho de que existan mujeres y hombres trans no hacen menos a las mujeres, sin importar su postura ideológica, política o religiosa. El machismo sí, eso se los aseguro.

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