Lunes, 12 Agosto 2024 21:11

Gordofobia

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Machomenos escribe Israel León O’Farrill

Palabras clave: machismo, obesidad, fobia, discriminación.

Ahora que el deporte abarca todos nuestros sentidos -la Champions, Copa América, París 2024, la próxima temporada de la NFL, el más reciente torneo de la Copa MX, entre muchas otras actividades-y que la moda “fit” adquiere nuevos impulsos vía influencers de todo tipo, pienso que es necesario reflexionar sobre un tema fundamental: el cuerpo y la manera en que lo concebimos, tanto el propio, como el de las y los demás. En esta entrega, abordaré el tema desde dos perspectivas: la salud y la estética, aspectos que nos afectan de manera significativa a los hombres y la forma en que nos relacionamos con los otros y con las otras, principalmente. Después de todo, es difícil que alguien pueda defender que el tener un cuerpo sano es una conspiración gubernamental y empresarial por torpedear tu derecho a zamparte 15 de pastor con todo, cuatro tamales, ocho rebanadas de pizza, dos litros de refresco al día, al tiempo que, amodorrado, te avientas el maratón de tu K drama o telenovela turca favoritos. En realidad, hay que decirlo, gracias a nuestro estilo de vida reciente, pero también a la calidad de los alimentos que consumimos, nuestra salud se encuentra en entredicho y no sólo la física, si no la mental también.

En efecto, según un reportaje publicado en El Economista en abril pasado en “México el 75% de los adultos y el 36% de los niños y adolescentes presentan algún grado de sobrepeso u obesidad; combatir estas problemáticas, desde una perspectiva de derechos, ha sido uno de los retos más grandes para la salud pública. (…) Desde 2016, la obesidad fue declarada como emergencia sanitaria en México por la Secretaría de Salud federal; enfatizando en la estrecha relación entre el sobrepeso y la obesidad con enfermedades crónicas como diabetes, hipertensión o enfermedades cardiovasculares”. La estadística es francamente alarmante y, como bien apunta el reportaje, la verdadera problemática se ve cuando visualizamos las ramificaciones que conlleva el problema, tanto en su relación con otras enfermedades crónicas, como en cuanto al daño a las relaciones sociales de los que las padecen, como a su salud mental, como hemos señalado. El asunto es real y su consecuencia en políticas públicas y economía de las familias es innegable. No hay estado ni economía suficientes que puedan atender el enorme problema al que nos enfrentamos al tener sociedades cada vez más obesas o con sobre peso. Ya está, tu gordura, sobrepeso u obesidad son un problema para ti, para mucha gente que te rodea y para muchas otras más que ni te imaginas. Pero ¿eso te convierte en un monstruo? Por supuesto que no, y menos si atendemos a la realidad detrás del problema, que “es el resultado -según el reportaje- de una combinación de aspectos, desde factores epigenéticos, hábitos alimenticios, la urbanización rápida, la disponibilidad y el acceso efectivo a alimentos saludables, las prácticas de la industria alimentaria o la inactividad física, de acuerdo con el INSP (Instituto Nacional de Salud Pública)”. La obesidad no solamente es una decisión propia, sino que se sustenta en numerosas circunstancias que no siempre están en control de los sujetos. En realidad, mucho es responsabilidad de los grandes consorcios que producen toneladas de comida y bebidas procesadas y de los gobiernos que no los prohíben. Es como el tabaco, que pese a ser tan malo y que todo mundo lo sabe, nadie se atreve a prohibirlo y lo dejan en manos del consumidor. 

En segundo lugar, asociado con el tema que nos ocupa, está la idea de la estética, es decir, aquello que supuestamente es lo bonito o lo correcto, en relación con el cuerpo humano. Las formas o figuras de un cuerpo estético han ido cambiando a lo largo de la historia de la humanidad y, es necesario decirlo, es una vinculada a un modelo occidental, racializado, patriarcal, sexista y con fuertes dosis de clasismo. Un cuerpo masculino o femenino deseable, ha de ser esbelto, pero marcado o de plano “mamado”; saludable en su dieta -aunque se añadan suplementos “permisibles”, pero de cuestionable procedencia y beneficio dudoso-; de tez clara, facciones finas (si se es mujer) o rudas, pero atractivas (si se es hombre). En pocas palabras, hay que ser como Chris Hemsworth o como Gal Gadot o mínimo como Scarlet Johansson o Robert Pattison (en Batman, no como vampiro anoréxico en Crepúsculo, que conste). Y si se es maduro, ojalá se pudiera como Hugh Jackman, pero si no, como Robert Downey Jr. ¿Mujer madura? Bueno, el machismo implica cambiar de fémina cuando envejece por un modelo más reciente, pero si lo hace como Salma Hayek, pues no está tan mal. Y ella no es blanca, pero es una morenaza de fuego y eso sí que es permisible.

De todos estos estereotipos surge lo que se conoce como la “gordofobia”, es decir, esta fobia a los gordos. Y aquí el discurso es ciertamente contradictorio. Hay machos que verán en la gordura y en el gordo, síntomas de debilidad. Hay que ser macho alfa, fuerte -mamado-, de mirada penetrante y el que las conquiste a todas en el gimnasio. El gordo blandengue no conquistará nada. Claro, a fuerza de inyectarse “asteroides parabólicos”, se les irá encogiendo el cerebro e inflando el ego. Estos machirrines habrán de discriminar a los gordos y buscarán estar con pura chica “fit” igual que ellos, aunque quién sabe si incluso ellas los merecerán. Sin embargo, existen otro tipo de machos y son aquellos que abrazan su gordura, sus chelas viendo el futbol, que son buenos para asar carne -nunca para involucrarse el resto de la semana en la cocina, claro está- y están orgullosos de su prominente tripa. Son los que se niegan sistemáticamente a hacer ejercicio o dieta pues esas son “mariconadas”. Es posible que los programas de nutrición impacten en las esposas, pero es frecuente que se enfrenten con el obstáculo que representa el marido que no quiere renunciar a sus malos hábitos alimenticios y, por consiguiente, la familia entera se ve arrastrada por el gusto del machirrín. Y, para colmo, estos personajes se dedican a discriminar a otros y a otras y sueñan también con esas mujeres esculturales. El problema, como se ve, es muy serio y es de salud; sin embargo, también tiene consecuencias en la forma en que las y los sujetos construyen su autoestima.

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Visto 336 veces Modificado por última vez en Lunes, 12 Agosto 2024 22:04

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